Hech 12, 1-11; Sal 33; 2Tim 4, 6-8. 17-18; Mt 16, 13-19

Se está terminando la Eurocopa, y aún no he conseguido desentrañar dos palabras que están en boca de todos los periodistas deportivos. Me rasco la cabeza, consulto diccionarios, pregunto a los amigos… Pero nadie me lo explica.
¿Qué es un «crack»? Hasta donde yo he llegado a averiguar, no basta con ser un buen jugador; hace falta algo más. Maradona era un «crack». Joaquín no es un «crack». Zidanne era un «crack». Mendieta no es un «crack». Raúl es un «crack». Ronaldo lo fue, pero ya no es un «crack»… ¿Qué hay que hacer para ser un «crack»? Con permiso de la prensa deportiva, voy a cambiar de plano, porque así me entero y hasta me explico: en el Reino de los Cielos, Pedro y Pablo son dos «cracks», y como «cracks» los celebramos.

Ellos han heredado un inmenso caudal de gloria eterna, y han sido fichados por el santoral desde el primer momento. Tú y yo aún no somos un «crack», y seguimos entrenando en la cantera de esta vida hasta que dejemos que Espíritu nos curta.

Cualquiera podría pensar que, para ser un «crack» en el Reino de los Cielos, es preciso predicar con maestría, o practicar la virtud con tal limpieza que hasta los ángeles se asombren de nuestro expediente. Sin embargo, no es eso lo que distinguió a Pedro y a Pablo: Pablo era tan plomizo predicando que mató de aburrimiento al joven Eutico, quien se quedó dormido y se cayó por la ventana. En cuanto a Pedro, sus pecados están a la vista. Lo que unió a ambos y los convirtió en «cracks» fue, curiosamente, la cárcel y la muerte ofrecida por amor a Cristo. No asaltaron el Cielo cuando desplegaron sus capacidades ante el asombro de multitudes, sino cuando abrazaron las contrariedades, las humillaciones y el martirio subiendo voluntariamente a la Cruz… En el Reino de los Cielos, es la Cruz la que forma los «cracks».

La otra expresión que me trae loco es la del «doble pivote»… ¿Qué diantre es un «doble pivote»? Aquí ya me pierdo, me desespero, me encocoro y me sulibeyo. Yo, de mayor, querría ser un «doble pivote», pero creo que no puedo porque para eso hay que ser dos y pivotar… Me saltaré todos los diccionarios deportivos e intentaré explicarme a mi manera. Jesús quiso, para su primera selección de santos, alinear a Pedro y a Pablo en punta, formando un «doble pivote»: Pedro se dedicaría a los judíos, y Pablo a los gentiles. Por tanto, entre ellos apenas si se vieron los ojos. Estaban unidos por la comunión de los santos; digamos que se tocaban «con los talones»… Pero la mirada de Pedro se dirigía a Israel, y la de Pablo al mundo pagano. De este modo, y gracias a que apenas tuvieron tiempo de hablar entre ellos, el Evangelio se extendió a todos los hombres. Y yo, que no puedo ser un «doble pivote», sin embargo podría ser un «pivotillo» al servicio del Señor si obedeciese y cumpliese la tarea que Dios me ha encomendado. Con ayuda de la Virgen, voy a procurar hacerlo, y voy a confiar en que, aun cuando yo no pueda verlo, haya por allí otro «pivotillo» como tú cumpliendo su tarea, y así el Evangelio se siga extendiendo por todos los rincones de la tierra.