Parece que las obras de la estructura modular (barracón), van a buen ritmo, aunque después de las lluvias de este fin de semana tal vez inauguremos una piscina municipal en vez de un templo parroquial. El tiempo está bastante justo para que podamos celebrar la Navidad en un lugar un poco más espacioso, casi hasta el último día no sabremos qué pasará. Los fieles (y yo, no nos engañemos) estamos pendientes del trabajo del cielo y del trabajo de los de la tierra, a ver si se ponen de acuerdo. La valla que rodea la obra se cae a menudo con el aire y se ve perfectamente lo que están haciendo. De momento es un agujero (ahora lleno de agua) y unos pilares de hormigón que salen del suelo. Los que no se hacen idea de cómo va colocada la estructura modular ponen cara de incomprensión y ciando les preguntas qué les parece te responden: “Grande”. No saben si será hermosos, feo, cuadrado o trapezoidal, simplemente les parece grande. Habrá que esperar a que acaben para que muchos puedan dar su opinión, cuando lo vean y crean.
“ En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: – «¿Qué os parece? Suponed que un hombre tiene cien ovejas: si una se le pierde, ¿no deja las noventa y nueve en el monte y va en busca de la perdida? Y si la encuentra, os aseguro que se alegra más por ella que por las noventa y nueve que no se habían extraviado. Lo mismo vuestro Padre del cielo: no quiere que se pierda ni uno de estos pequeños.»” ¿Qué os parece? Si lo miramos con ojos de inversor nos parecería fatal. Dejar noventa y nueve ovejas a su suerte por buscar una puede ser muy mal negocio. Quien no comprende la misericordia de Dios nunca comprenderá al Señor. Puede parecerle que Dios es “grande” pero no llegará a comprender la altura, la profundidad y el abismo insondable de la verdad de Dios. Nos parecerá fatal que Dios se marche a buscar a la oveja perdida. ¡Si encima ha decidido ella separarse del grupo!. Muchas veces no creemos en un Dios celosos sino que somos celosos de Dios. Nos molesta que tenga misericordia de todos e incluso que algunos (que han sido mucho más malos que nosotros), avancen más que nosotros en la vida espiritual. Existe una celotipia espiritual difícil de confesar, pero que hace muchísimo daño. Vamos preparando en nuestro interior no una alabanza para cuando nos encontremos con Dios, sino una reprobación por su extraña actitud, que no coincide con nuestros intereses.
Claro, que si somos nosotros la oveja perdida nos parecerá normal que Dios deje a noventa y nueve -o a noventa y nueve mil-, para venir en nuestra búsqueda.
Hoy repetimos la primera lectura del Domingo, y vamos a volver a recordar la misma frase que hace dos días: «Consolad, consolad a mi pueblo -dice vuestro Dios-; hablad al corazón de Jerusalén, gritadle, que se ha cumplido su servicio, y está pagado su crimen, pues de la mano del Señor ha recibido doble paga por sus pecados.» Cuando comprendemos el precio al que hemos sido comprado olvidamos la soberbia actitud del hermano mayor de la parábola del hijo pródigo y nos alegramos por cada una de las acciones de Dios con cada uno de sus hijos.
¿Qué os parecen as acciones de Dios? Grandes. Grandes y hermosas, y profundamente misericordiosas y, aunque sabemos que no nos llegamos a hacer idea de su plan de salvación, sólo podemos ser agradecidos con nuestra vida.
Hoy es San Juan Diego (el apellido no me atrevo a escribirlo ni decirlo en voz alta, me supera, es algo así como Cuauhtlatoatzin). Cuando abrió su ayate llena de rosas y vio la imagen de Nuestra Señora de Guadalupe se daría cuenta sin dudarlo que la Virgen estaba detrás de todo. Y sigue estando detrás de todo, preguntándonos ¿Qué os parecen las acciones de mi Hijo, del Espíritu Santo y de Dios nuestro Padre? Ojalá podamos responder: No las entiendo, pero sea siempre bendita y alabada su voluntad, y que cada vez que vuelva con una oveja perdida en sus hombros nuestra alegría sea completa.