Si es mejor poco y mucho no es fácil de explicar, pues depende de qué estemos hablando. Es mejor tener poca fiebre que mucha fiebre, pero la gente prefiere tener mucho dinero a poco dinero. Algunos prefieren tener pocos amigos y muchos conocidos.  A los hipocondriacos les gusta pensar que tienen muchas enfermedades, pero quieren tener pocas molestias. En el fondo es un lío.

Hoy, San Agustín. Yo creo que a todo el mundo le cae bien este santo, buscador, animoso, sincero, pecador, humilde, sabio y con tantas frases que reflejan tan bien la humanidad de cada uno. El Papa decía hace tres días de él: “San Agustín fue un hombre que nunca vivió con superficialidad; la sed, la búsqueda inquieta y constante de la Verdad es una de las características de fondo de su existencia; pero no la de las “pseudo-verdades” incapaces de dar paz duradera al corazón, sino de esa Verdad que da sentido a la existencia y es la “morada” en la que el corazón encuentra serenidad y alegría. El suyo, lo sabemos, no fue un camino fácil: creyó encontrar la Verdad en el prestigio, en la carrera, en la posesión de las cosas, en las voces que le prometían la felicidad inmediata; cometió errores, atravesó tristezas, afrontó fracasos, pero nunca se detuvo, nunca se contentó con lo que le daba solamente buscaba un indicio de luz; supo mirar en lo íntimo de sí mismo y se dio cuenta, como escribe en sus Confesiones, de que esa Verdad, ese Dios que buscaba con sus fuerzas era más íntimo a él que el mismo, había estado siempre a su lado, nunca le había abandonado, estaba a la espera de poder entrar de forma definitiva en su vida. Como decía comentando el reciente film sobre su vida, san Agustín comprendió, en su inquieta búsqueda, que no era él quien había encontrado la Verdad, sino que la propia Verdad, que es Dios, le persiguió y le encontró. Romano Guardini, comentando un pasaje del capítulo tercero de las Confesiones, afirma: san Agustín comprendió que Dios es “gloria que nos pone de rodillas, bebida que extingue la sed, tesoro que hace felices, […él tuvo] la pacificadora certeza de quien finalmente ha comprendido, pero también la bienaventuranza del amor que sabe: esto es todo y me basta”. Así, además de hacerme el comentario el Papa, nos ayuda a enlazar con el Evangelio de hoy.«Finalmente, se acercó el que había recibido un talento y dijo: “Señor, sabia que eres exigente, que siegas donde no siembras y recoges donde no esparces, tuve miedo y fui a esconder tu talento bajo tierra. Aquí tienes lo tuyo.”» El que no busca ni se deja encontrar por Dios es el que esconde su talento, lo entierra desesperado. Los que multiplicaron sus talentos sabían que nada podrían haber hecho si el señor no les hubiera dado los primeros, luego sabían que no era algo suyo.  Por mucho que demos es poco para lo que hemos recibido. Por eso hay que buscar y entregarse, sin miedo, sin cortapisas, sin reparos. El Papa (y sigue haciéndome el comentario: gracias), decía también el miércoles: “Queridos hermanos y hermanas, quisiera decir a todos, también a quien está en un momento de dificultad en su camino de fe, a quien participa poco en la vida de la Iglesia o a quien vive “como si Dios no existiese”, que no tengan miedo de la Verdad, que no interrumpan nunca el camino hacia ella, que no cesen nunca de buscar la verdad profunda sobre sí mismos y sobre las cosas con los ojos internos del corazón. Dios no dejará de dar Luz para hacer ver y Calor para hacer sentir al corazón que nos ama y que desea ser amado.” No creas que eso no te puede pasar a ti, no tengas falsa humildad pues nos dice San Pablo: “Aún más, ha escogido la gente baja del mundo, lo despreciable, lo que no cuenta para anular a lo que cuenta, de modo que nadie pueda gloriarse en presencia del Señor”. Por eso si no eres digno, mejor, pon tu talento a rendir que el Señor lo fructificará. ¡Fuera los miedos!.

Ya puestos acabaré como acababa el Papa (en este comentario he escrito poco y dice mucho):”Que la intercesión de la Virgen María, de san Agustín y de santa Mónica nos acompañe en este camino”.