El otro día llevé el coche -por primera vez-, a un taller que no era el oficial. La verdad es que todavía lo estoy pagando, pero ya he tenido que pasar la ITV (Inspección Técnica de Vehículos), y mi cartera no está para demasiados gastos, es más, para casi ninguno. A fin de cuentas sólo era cambiar el aceite y alguna cosilla más y mi Corsa es algo sencillo. Siempre, después de una puesta a punto, el coche se siente diferente. Notas que el motor suena mejor, las marchas entran con más facilidad, se notan menos lo baches e incluso los frenos responden. Por eso, aunque uno sea muy dejado para casi todo, gastarse dinero en el coche (o justo), es vivir la pobreza, si no perderíamos el coche en muy poco tiempo. una buena puesta a punto siempre viene bien. Y después de este prólogo -patrocinado por Opel-, vamos por las lecturas de este día.
“Que el Dios de la paz, que hizo subir de entre los muertos al gran Pastor de las ovejas, nuestro Señor Jesús, en virtud de la sangre de la alianza eterna, os ponga a punto en todo bien, para que cumpláis su voluntad.” Menos mal que hay alguna relación con la puesta a punto, si no ¡qué fracaso de comienzo!. Es Dios el que nos pone a punto en el bien. Los años que estuve de sacerdote coordinador de Cáritas de una zona de Madrid tenía que oír, en numerosas ocasiones, que para hacer el bien no sólo basta la buena voluntad. Que en ocasiones, queriendo hacer el bien, se hace mucho mal. Es verdad, hay que formarse y aprender. Pero también existe el peligro de convertirse en un profesional de la caridad, de hacer el bien, según las normas, pautas y directrices ya establecidas, sin espacio para la imaginación, ni para el sacrificio, para la entrega de uno mismo. Por eso es Dios quien nos pone a punto en todo bien, para hacer su voluntad. Por nosotros haríamos muchas cosas, pero si no hacemos lo que Dios quiere estaríamos perdiendo el tiempo … y muy ocupados. Y nos pone apunto por medio de Jesucristo.
“En aquel tiempo, los apóstoles volvieron a reunirse con Jesús y le contaron todo lo que hablan hecho y enseñado. Él les dijo: -«Venid vosotros solos a un sitio tranquilo a descansar un poco. » Porque eran tantos los que iban y venían que no encontraban tiempo ni para comer. Se fueron en barca a un sitio tranquilo y apartado.” Nuestra puesta a punto pasa por hablar despacio y al corazón de Jesús, y dejar que él nos hable a nosotros. Nuestra acción pasa necesariamente por la oración. Oración tranquila y sosegada. No la oración que se hace en la cama mientras uno se duerme, o la que se hace en el coche o en el Metro mientras nos desplazamos de un sitio a otro. En ocasiones no queda más remedio, pero tiene que ser la excepción. Las personas que se mueven mucho y hacen poco no sacan tiempo para nada. Las personas que de verdad hacen muchas cosas sacan tiempo para todo… y por supuesto sacan tiempo para Dios.
El que no se da cuenta de la primacía de la oración acaba “quemándose”como el coche al que no le cambias el aceite. Y ¿a qué aprecias más tu alma que tu coche?
La Virgen nos ayuda en esa “puesta a punto” y pondrá en nosotros esa sed del maestro al que tenemos que contar y tiene tanto que decirnos.