Hoy iré a buscar a un chaval que sale del centro de reclusión de menores después de cuatro años. Un día alegre, pues termina la medida judicial y empezará una nueva vida. Es boliviano y soy su padrino de confirmación. Como estos últimos años casi sólo hemos podido comunicarnos por carta o por teléfono habrá que explicarle unas cuantas cosas, entre otras que no me llame padrecito. Le tengo manía la nombre. Todo viene por un amigo y compañero que, cuando se ordenó, le dijo su hermanita adoptada: “Y…¿cómo tengo que llamarte ahora?”. “Llámame como siempre” le contestó. La chica dijo que eso ya no podía, que era sacerdote. “Pues llámame padrecito” le dijo en broma el hermano mayor. La chica le miró muy seria y le dijo: “No, eso sólo es para pedir”. Desde entonces me mosquea que me llamen padrecito. No es lo mismo lo que nos llamen, excepto a otro amigo que decía que le daba igual como le llamasen, mientras no le llamasen temprano. Pero el nombre nos define, nos da confianza o pone distancias, nos dice si nos conocen o no y nos predispone para la conversación.

“Vosotros, en cambio, no os dejéis llamar maestro, porque uno solo es vuestro maestro, y todos vosotros sois hermanos. Y no llaméis padre vuestro a nadie en la tierra, porque uno solo es vuestro Padre, el del cielo. No os dejéis llamar consejeros, porque uno solo es vuestro consejero, Cristo.” Puede parecer que en la Iglesia esto no se está cumpliendo, que hay demasiados cargos y muchos a los que les gusta que les llamen de tal o cual manera. Puede ser, el pecado siempre está acechando y la soberbia es muy mala de arrancar. Pero esos nombres en la Iglesia se usan por Aquel a quien se refieren. si alguien me llama “Padre” no espero de él que me obedezca como un hijo a su padre, ni me creo con derechos sobre esta o aquella persona. Cuando a un sacerdote le llaman padre es porque esperan de él la misma actitud de misericordia, bondad, comprensión, cercanía y disponibilidad que el Padre Dios. No por su persona, sino por lo que es desde la ordenación sacerdotal. Me imagino que si un padre de familia reza despacio el Padrenuestro debe sentir el mismo vértigo ante la responsabilidad que tiene, ser imagen del mismo Dios para sus hijos. Y si buscan consejo en un sacerdote será porque ese consejo no busca manipular, ni torcer, ni engañar, ni tiene ningún interés, ni se hace desde la atalaya de la sabiduría. Sino que es un consejo que el mismo Cristo daría a esa persona. hasta el momento nadie me ha llamado maestro, así que no tengo mucho que decir. Pero, lo que quiero decir, es que que te llamen algo asusta. El nombre indica lo que buscan de ti, y en el caso de los cristianos o nos lo da el Espíritu Santo o andamos apañados.

Piensa que alguien por la calle, o un amigo, o un compañero te preguntase ¿Tú eres cristiano? La respuesta rápida es “Sí, por supuesto”. Pero -excepto en el caso de que te llames Ronaldo-, yo me quedaría pensando. ¿Si soy cristiano? ¿Intento en cada momento que Cristo sea el motor de mi vida, el origen de mis pensamientos y el fin de mis actos? ¿Me voy cada día identificando con Cristo? ¿es Él mi maestro auténtico, mi consejero y me siento en brazos de Dios mi padre, sin ningún miedo?… No lo sé. tal vez si me preguntasen si soy cristiano sólo podría contestar: “Lo intento”. Que te llamen algo es muy comprometido,… a mi casi que tampoco me llamen temprano.

La Virgen sabe nuestro nombre, con el que Dios nos llama, y nos ayuda cada día a responder a las múltiples llamadas de Dios.