Comentario Pastoral
¿ES LÍCITO PAGAR IMPUESTOS?

En el evangelio de este domingo vigésimo noveno del tiempo ordinario, se lee el único pronunciamiento político-explícito de Jesús, provocado por la cuestión tributaria (Nunca fue agradable pagar impuestos, ni el hacer declaración de hacienda). E1 impuesto al César recordaba a los judíos que eran un pueblo dominado por los romanos y sometido a los paganos. Por eso el movimiento partidista antirromano, promovidos por los Zelotes, pretendía obstaculizar este pago fiscal. Másx aún, la imagen del emperador que tenían las monedas en uso era para el hebreo observante un pecado idolátrico, que violaba el primer mandamiento.

La astuta pregunta de los fariseos tenía como finalidad comprometer a Jesús, que o criticaba la autoridad del César o criticaba la sumisión a Dios. La solución de Jesús les devuelve a ellos la responsabilidad de decir: “Pagadle al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios» significa lo siguiente: la moneda, sellada con la imagen de la pertenencia oficial al emperador romano, es del César; el hombre, sellado con la imagen divina, es deudor de Dios.

Jesús afirma por un lado la legitimidad del pago de impuestos, que es un deber romano, civil y moral. Por otro lado reconoce vigorosamente que existe una autonomía en la esfera religiosa, que no puede ser conculcada por ningún poder político. Contra el evangelio va tanto el divinizar al César como el politizar la religión.

El complejo debate sobre la relación entre «fe y política» no puede resolverse con excesiva simplicidad. En la historia reciente o pasada la Iglesia ha podido extender su acción en una esfera que pertenece «al César», y viceversa; esto siempre provoca aparentes resultados positivos pero reales efectos negativos. La tentación teocrática aflora continuamente y corre el riesgo de esterilizar la palabra «cristiana» en movimientos, partidos e instituciones transitorias. Por otra parte, es preciso superar la evasión de una «tentación espiritualista» y aceptar que, al ser el hombre el objeto común del empeño religioso y político, la atención y las obras que la Iglesia desarrolla tengan también incidencias histórico políticas. El cristiano trata de ser «imagen de Dios» promoviendo la libertad, la justicia, la paz y el progreso de los pueblos. La fidelidad en lo religioso es la mejor garantía para una sana laicidad de la praxis política.

Andrés Pardo



 

Palabra de Dios:

Isaías 45, 1. 4-6 Sal 95, 1 y 3. 4-5. 7-8. 9-10a y e
san Pablo a los Tesalonicenses 1, 1-5b san Mateo 22, 15-21

Comprender la Palabra

El contexto de la primera lectura de Isaías es la liberación y el retorno a Jerusalén (Is 40-48). El fragmento que leemos hoy se centra en la soberanía y unicidad de Dios como único Señor de la historia y de los pueblos. Utiliza los instrumentos que a Él le placen, incluso al pagano Ciro, pero manteniendo intacta su soberanía. Este Dios soberano ha elegido a Jacob como siervo suyo y lo protege y lo acompaña en sus avatares históricos. Las expresiones «tomar de la mano» y «el Señor está contigo», significan en la Escritura una especial presencia de Dios para acompañarles en una misión que se realizará porque Dios mismo sale garante de la empresa. Dios lo ordena todo para liberar a su pueblo del exilio y conducirlo de nuevo a la tierra santa.

La segunda lectura de la carta de san Pablo a los Tesalonicenses contiene el saludo inicial del escrito. Es la primera vez que aparecen en el Nuevo Testamento y en un mismo bloque, la fe, la esperanza y la caridad. Cada virtud tiene su objeto y su campo de acción. La fe debe ser activa, es decir, operante, coherente y viva. El amor ha de ir acompañado por el esfuerzo, ya que, aunque es don gratuito de Dios, en el hombre se convierte en una virtud que requiere poner a contribuir todas las posibilidades. La esperanza, por último, debe ir acompañada por el aguante, la perseverancia, la tenacidad y la constancia, es decir, por la fortaleza en todas sus formas y manifestaciones. La evangelización debe ir acompañada de la convicción del que evangeliza. Sólo ante la experiencia de esta convicción se abre el creyente para acoger una palabra que es vida y fuerza. Esta actividad evangelizadora sólo puede llevarse a cabo con la existencia y la ayuda del Espíritu Santo que es luz y fuerza en el proclamador y en el oyente.

En el texto evangélico lucano se observa cierto procedimiento habitual en la dialéctica del Maestro:ensanchar en su respuesta el horizonte de la pregunta limitada. Jesús habla en el Templo de Jerusalén, poco antes de la Pasión. Después de las tres parábolas iniciales, vienen tres problemas que le proponen sus contrarios. El primero acerca del tributo que los de Judea tenían que pagar al Imperio Romano. El evangelista destaca la falta de rectitud de los que preguntan. No buscaban aprender, sino comprometer, es decir, «cazar con trampa» a Jesús. Él actúa con sagacidad, llevando una línea coherente de comportamiento, que ahora pone de manifiesto. Responde con la sabiduría e independencia que le es propia.

Hay que prestar especial atención a los términos utilizados por Jesús: ¿»De quién es esta cara e inscripción»?.

«Cara» corresponde a un término cuya mejor traducción es «imagen» (icono). Alrededor de esta palabra girará la respuesta de Jesús. Este término nos conduce a los orígenes cuando Dios hizo al hombre a su imagen (icono) y semejanza. El hombre es un icono (imagen) de Dios. Pues bien, si la moneda lleva la imagen del César, es legítimo que se le devuelva a él, pues le pertenece. Pero hay que observar la respuesta de Jesús: pagadle o devolvedle al César lo que es suyo (su imagen), pero a Dios lo que le pertenece (su imagen). Al César lo suyo, pero a Dios lo suyo. El César tiene derecho a pedir lo suyo, pero no a pedir y exigir la adoración de su persona como si fuera Dios. Dios es único y sólo a Él se le ha de rendir culto: es decir, sus imágenes le pertenecen a él exclusivamente. La adoración, el amor total, sólo debe rendírsele a Dios. Sin oposición, sin enfrentamiento, sin invasiones ilegítimas, ambas instancias deben colaborar lealmente en el bien de las mismas personas que pertenecen en este tiempo, a la vez, al reino del César y al Reino de Dios. Es necesario la armonía y la inteligencia entre las dos instancias para asegurar la paz, la justicia, la dignidad y el destino final del hombre.

Ángel Fontcuberta

 

sugerencias litúrgicas

Oración sobre las ofrendas y la Plegaria eucarística

 

El Misal de Pablo VI ha restituido a la oración sobre las ofrendas su carácter público y ahora se recita en voz alta. Pero hay que resaltar que la conclusión de esta oración no forma parte aún de la Plegaria eucarística que se inicia con «El Señor esté con vosotros» del Prefacio. El Misal indica claramente este paso de los ritos preparatorios, que terminan con la conclusión de la oración sobre las ofrendas, y el inicio de la Plegaria eucarística, que comienza con el diálogo del Prefacio (IGMR, 77-78 y 148). Los modos de celebración deben recalcar bien esta diferencia: terminada la oración sobre las ofrendas y antes de iniciar el diálogo, separando una y otra acción -nunca antes-, es cuando deben ir los concelebrantes al altar (IGMR, 77-78 y 215), entre ambas acciones el celebrante puede hacer eventualmente una monición (IGMR, 31). Un buen signo de diferenciación entre ambas partes podría ser, también, un breve momento musical.

mejorar la celebración de la Eucaristía


Liturgia de la Palabra (cont.)

La profesión de fe

El Símbolo lo canta o lo recita el sacerdote juntamente con el pueblo (cfr. IGMR, 68), estando todos de pie. A las palabras: Y por obra del espíritu santo se encarnó, etc., o que fue concebido…,etc., todos se inclinan profundamente; pero en las solemnidades de la Anunciación y de la Navidad del Señor, se arrodillan» (IGMR, 137).

El Credo tuvo su lugar natural en el proceso bautismal y su celebración. Fue en oriente cuando, hacia el siglo V o VI, se introdujo en la liturgia eucarística. En España en el siglo VI y antes de la comunión y del Padrenuestro. En Roma no entró en la Eucaristía antes del siglo XI. La fórmula que se adoptó fue la que había redactado en Concilio de Nicea, el 325.

El Credo o profesión de fe «tiende a que todo el pueblo congregado responda a la Palabra de Dios», que ha sido también «expuesta por medio de la homilía». Sirve también (se añade en la última versión) para que la comunidad «rememore los grandes misterios de la fe (antes se hablaba de las «normas de la fe») y los confiese antes de comenzar su celebración en la Eucaristía» (sería mejor decir «antes de comenzar la parte sacramental de la Eucaristía», porque lo anterior ya era «celebración eucarística») (cfr. IGMR, 67).

Se dan normas concretas para su realización y también se recuerda que este Credo se ha de decir «con la fórmula aprobada para el uso litúrgico». En el Misal se ofrecen la fórmula larga, la niceno-constantinopolitana, y ahora también la breve, llamada «símbolo de los apóstoles» que ya se había incorporado a algunas ediciones del Misal en lenguas vernáculas y que ahora se incluye en la edición latina. Proviene al menos del siglo III en Roma y ahora se recomienda su recitación en los tiempos de Cuaresma y Pascua, cuando se despliega el período catecumenal. También es litúrgica la fórmula dialogada, de la Vigilia Pascual y de la celebración bautismal.


Ángel Fontcuberta

Para la Semana

Lunes 17:
San Ignacio de Antioquía (+107), obispo de Antioquía, que fue condenado a las fieras. Escribió a distintas Iglesias.

Romanos 4,20- 25. Está escrito también por nosotros, a quienes nos valora si creemos en él.

Lucas 12,13-21, Lo que has acumulado, ¿de quién será?
Martes 18:
San Lucas, evangelista, compañero de san Pablo, autor del tercer evangelio y de los Hechos de los Apóstoles.

2 Timoteo 4,9-17a. Sólo Lucas está conmigo.

Lucas 10, 1- 9. La mies es abundante y los obreros pocos.
Miércoles 19:
San Pedro de Alcántara (1499-1562), franciscano de gran austeridad y dulzura. 0 San Juan de Brébeuf y San Isaac Jogues (s. XVII),jesuitas franceses, martirizados enAmérica septentrional. 0 San Pablo de la Cruz (1694-1775), sacerdote de gran espíritu de penitencia y actividad apostólica.

Romanos 6,12-18. Ofreceos a Dios como hombres que de la muerte han vuelto a la vida.

Lucas 12,39- 48. Al que mucho se te dio, mucho se le exigirá.
Jueves 20:

Romanos 6,19- 23. Ahora, emancipados del pecado, habéis sido hechos esclavos de Dios.

Lucas 12,49- 53. No he venido a traer paz, sino división
Viernes 21:

Romanos 7,18 -25a. ¿Quién me librará de este cuerpo presa de la muerte?

Lucas 12,54- 59. Si sabéis interpretar el aspecto de la tierra y del cielo, ¿cómo no sabéis interpretar el tiempo presente?

Sábado 22:

Romanos 8, 1- 11. El Espíritu del que resucitó a Jesús de entre los muertos, habita en vosotros.

Lucas 13,1-9. Si no os convertís, todos pereceréis de la misma manera.