Hay un dicho español que dice: “Tanto tienes, tanto vales”. Tristemente muchas veces lo referimos a las cosas materiales, a los ceros que tenemos en la cuenta corriente (siempre que haya algún otro numerito a la izquierda). En ocasiones hemos puesto como ídolos a las personas que tienen fama y dinero. El otro día una catequista de la parroquia preguntó a los niños tras la lección: “Después de esto ¿Qué es un cristiano?” y un niño contestó: “Un jugador de fútbol”. Es cierto que cristiano Ronaldo triunfa y debe tener bastantes posesiones materiales, pero juzgarle por lo que tiene sería injusto. Las personas más ricas me las he encontrado entre la gente más sencilla. Uno de los frutos de los cursillos de cristiandad -después de haber recibido novecientos cuarenta y tres correos sobre cómo han vuelto del cursillo-, es darse cuenta de lo que tenemos… y hasta ahora no nos dábamos cuenta.

“Al que mucho se le dio, mucho se le exigirá; al que mucho se le confió, más se le exigirá”. Parece que es de sentido común, ojalá el mundo lo tuviese más claro. Pero en ocasiones los cristianos, hijos de Dios, redimidos por la sangre de Cristo en la cruz, llamados a una vida nueva por el Espíritu Santo no queremos darnos cuenta de lo que tenemos, tal vez para que no nos exijan. En ocasiones, en muchas, tengo que mendigar oraciones para cosas que me superan. Y en ocasiones algunos me dicen que Dios me hará más caso a mi. Pobrecitos, ¡qué cosas piensan!. Cuando uno pide oraciones no valen excusas, sólo hay que rezar, y eso lo puede hacer el más pobre y, en ocasiones, le cuesta más al mas rico.

Date cuenta de lo que Dios te ha dado, de lo que te está dando. No valen comparaciones ni añoranzas. Lo que ahora tienes lo has recibido, y Dios hace hasta de los males bienes. Por eso vales mucho, no conozco ninguna persona cuya vida no valga la pena…, y conozco a muchos. Pero no nos damos cuenta de nuestro valor y como creemos que tenemos poco queremos que se nos exija poco y no dar nada.

“Que el pecado no siga dominando vuestro cuerpo mortal, ni seáis súbditos de los deseos del cuerpo. No pongáis vuestros miembros al servicio del pecado, como instrumentos para la injusticia; ofreceos a Dios como hombres que de la muerte han vuelto a la vida, y poned a su servicio vuestros miembros, como instrumentos para la justicia. Porque el pecado no os dominará: ya no estáis bajo la Ley, sino bajo la gracia.” El pecado, lo has experimentado mil veces, te deja vacío, pero nosotros vivimos para la gracia y de la gracia. Si crees que tienes que vivir bajo el pecado date una buena confesión, y si no descubres tu valor ponte un ratillo junto al Sagrario. ¡Verás la de cosas que Dios te está dando! ¿Cómo vas a guardártelas para ti?

la Virgen no tenía nada, sólo a Cristo y lo da todo. Tu también tienes a Cristo…¿lo vas a dejar encerrado?