Ayer hubo confirmaciones en la parroquia. 35 jóvenes, no tan jóvenes, adolescentes y casi niños recibieron el don del Espíritu Santo. Alguno venía desde lejos ha confirmarse a la parroquia. Con casi 30 años no es fácil encontrar un grupo de confirmación, sus párrocos no les dedicaban un rato y desde su Obispado no encontraron respuesta. Me da pena que dejemos escapar oportunidades para aquellos que buscan al Señor, que muestran su interés por seguir a Cristo, pero nosotros queremos “organizar cosas” y no anunciar a Cristo.

“Los otros diez, al oír aquello, se indignaron contra Santiago y Juan”. Doce. Eran doce los que el Señor tenía más cerca y a los que dedicó más tiempo durante su vida pública. En ocasiones nos empeñamos en hacer grupos de: “Grupos de oración”, “Grupos de confirmación”, “grupos de voluntariado”, “Grupos de lectura de la Biblia”, “Grupos de formación teológica”, “Grupos de jóvenes”, “Grupos de adolescentes”, “Grupos de vida ascendente”, “Grupos de Cáritas”, “Grupos de catequistas”…., que están muy bien y son fenomenales si no se nos olvida que son grupos de personas. Cada persona con su carácter, su forma de ser, su cercanía con Cristo. Cada uno importante y fundamental pues es querido personalmente por Dios.

“¿Sois capaces de beber el cáliz que yo he de beber, o de bautizaros con el bautismo con que yo me voy a bautizar?” El responder “Lo somos” no es una decisión de la colectividad, Judas decidió tomar otro camino. La transmisión de la la fe se hace a cada persona, aunque se pueda y se deba organizar cosas en grupos. El contrastar la fe con otros nos enriquece y ayuda, pero la vivencia de la fe es personal. Mantener la confesión de la fe es  un don que debemos pedir cada día al Señor. Nadie puede vivir mi vida cristiana por mi.

Hoy es el Domund, el domingo mundial de propagación de la fe. Los misioneros se acercan a las personas, una a una, y van formando comunidades de creyentes. Y cada comunidad está formada por personas. No e imagino a un misionero poniendo un cartel en un pueblo del centro de África que diga: “Cuando haya setenta personas interesadas en seguir a Cristo, llamen al teléfono tal y tal”. Van conociendo a uno, luego a otro, después a otro. Y los que confiesan la fe tienen la alegría de reunirse con otros que también quieren seguir a Cristo.

No olvidemos nuestra labor misionera. Tal vez no viajemos a China, ni tal vez salgamos de nuestro pueblo, pero ese hijo tuyo que se está distanciando de Cristo, ese vecino, aquel amigo, tu esposo o tu esposa…, esos son el pueblo al que Dios te envía y al que tienes que anunciar que han sido justificados en Cristo pues “cargó con los crímenes de ellos”. “el que quiera ser grande, sea vuestro servidor; y el que quiera ser primero, sea esclavo de todos.”

Que nuestra madre la Virgen bendiga a todos y cada uno de los misioneros y misioneras que van anunciando la fe por tantos lugares del mundo y nos ayude a nosotros a ser auténticos misioneros en este año de la fe.