Ayer, como casi siempre, fue un día de carreras, interrumpido por rezos. Me vi con bastante gente: los catequistas que son unos santos, el empresario preocupado por el dinero, el médico lleno de sí mismo, el que quiere quedar bien y se ruboriza cuando se equivoca, el chico enganchado a la cocaína, el jubilado preocupado ya por la vida eterna, el muy de derechas y el muy de izquierdas, el que se disculpaba por no ir a Misa ya que no iba con sus creencias y el que estaba en Misa pero con el corazón en otro lado…., todos estos además de los habituales de cada día. La vida es muy rica y cuando vas mirando a los demás desde el corazón de Cristo descubres un montón de matices que antes te pasaban desapercibidos. Lo que antes era “gente” ahora son hijos de Dios, con sus virtudes y sus pecados, como los tenemos tu y yo. Los más felices los catequistas (creo).
“Jesús, reuniéndolos, les dijo: -«Sabéis que los que son reconocidos como jefes de los pueblos los tiranizan, y que los grandes los oprimen. Vosotros, nada de eso: el que quiera ser grande, sea vuestro servidor; y el que quiera ser primero, sea esclavo de todos. Porque el Hijo del hombre no ha venido para que le sirvan, sino para servir y dar su vida en rescate por todos. »” En el Evangelio de hoy son los propios Zebedeos los que piden al Señor sentarse a su derecha y su izquierda, en otros es su madre quien se lanza a una petición tan atrevida. Su contestación: “Lo somos” es la misma y la misma la respuesta del Señor. Cuando uno se encuentra con alguien hay un test que nunca falla. No hace falta que rellene unos complicados formularios, basta ver si es servicial. Una mini serie sobre la Vida de San Felipe Neri (que vi hace años y me encantaría conseguir en español de España) que se llama “sed buenos si podéis” tiene una escena estupenda. Una monja es tomada por santa pues hace grandes milagros y como aparece en la serie acababa de curar a un señor de la lepra ante el asombro general. El Papa envía a San Felipe a investigar la fama de santidad de la religiosa. Felipe entra en el templo cansado, sucio y con los zapatos rotos, destrozados y empapados. Empieza a descalzarse (no eran como nuestros templos), y pide a la religiosa que le eche una mano a quitarse los zapatos. La monja le mira altiva, y los que la rodean se escandalizan de la petición del sacerdote harapiento, y le contesta: “¿No sabéis con quién estáis hablando?”. La siguiente escena está Felipe junto al Papa en las habitaciones pontificias y le dice: “Ya os decía yo, que con tan poca humildad no se puede ser santa”. Se intuye que todo lo relativo a la monja milagrera era un fraude.
“No hay Dios fuera de ti”. Cuando uno se deja descubrir por Dios, aunque él no lo sepa todavía, es servicial. El que sirve está más cerca de Dios que el soberbio. El que se sirve a sí mismo, se sirve de los demás o pone las cosas sólo a su servicio le suele costar encontrarse con Dios.
Pidamos a la Virgen nuestra madre, ser muy serviciales siempre, como ella, diciendo siempre un sí rotundo a Dios.