Lo primero pediros perdón si estos días los comentarios aparecen tarde o no aparecen, pero el cuarto mandamiento está por delante del de escribir comentarios y bastantes malabares tengo que hacer entre hospitales, parroquia y tener Wi-Fi.
Comenzamos el mes de octubre, mes del rosario, con esta fiesta de Santa Teresa del Niño Jesús, Santa Teresita. Su autobiografía “Historia de un alma” ha sido uno de los libros que más me ha costado leer. Lo empezaba y me parecía tan cursi que lo dejaba. Hasta que hace unos años lo volví a empezar y se ve que ese era el momento y cayó del tirón: una maravilla. Hay una anécdota de esta santa que siempre me ha hecho gracia. A ella le molestaba que le preguntasen en los ratos de recreación en el convento pos su salud, se ponía nerviosa y pensaba mal de la hermana que le preguntaba pues le interrumpía sus tareas. Así que, un día, se hizo un lema: “Elijo que me molesten”. De esta manera cuando la molestaban no podía sentirse mal pues lo había escogido ella y cuando no la molestaban era tan feliz…, así siempre contenta. Este camino de la infancia espiritual, tan necesario en esta época llena de maduros autosuficientes, es enseñanza para todos hoy en la Iglesia universal.
“De camino, entraron en una aldea de Samaria para prepararle alojamiento. Pero no lo recibieron, porque se dirigía a Jerusalén”. Los niños se fían de sus padres y donde vayan ellos están seguros. Pero nosotros en ocasiones no nos fiamos de Dios. ¡Cuántas vocaciones se han perdido por miedos! Por querer controlar el futuro, por hacer carrerismo, por el qué será, y si no me gusta o no estoy contento… Y entonces no recibimos a Dios. Grandes pecadores se han convertido en grandes santos pues se han pasado años negándole la entrada a Dios en su vida, defendiéndose con uñas y dientes de su presencia, pero el día que han claudicado le han dejado entrar hasta el fondo, que conquiste su vida y llene todo su ser, que les lleve donde quiera y como quiera. Nosotros queremos fiarnos de Dios, sus caminos serán nuestros caminos, sus planes nuestros planes, su vida nuestra vida.
“Al ver esto, Santiago y Juan, discípulos suyos, le preguntaron: -«Señor, ¿quieres que mandemos bajar fuego del cielo que acabe con ellos?» Él se volvió y les regañó. Y se marcharon a otra aldea”. Bendita libertad la que Dios nos ha dado, hasta para negarle. Hay personas que no entienden la libertad. La libertad siempre tiene que tener dos sentidos. Algunos -con buenísima intención, no se la niego-, confunden la libertad con la verdad. Es cierto que la verdad nos hace más libres pues vamos en el sentido correcto, pero la libertad también nos permite equivocarnos, y hay que admitir que podemos equivocarnos y los demás también. No hay que cerrar el carril contrario, aunque haya que indicar muy bien que es un camino que no lleva a ninguna parte. El que va en manada puede no saber a dónde va, ni interesarle demasiado, mientras se sienta arropado avanza, le da igual en una dirección que en otra. Pero al que se siente perdido y, de pronto, encuentra algo que le indica el buen camino, que da sentido a su vida y su caminar, entonces -si quiere-, puede dar la vuelta y avanzar en el sentido correcto. Los niños aprenden muchas veces equivocándose, no tengamos miedo a los errores.
Como niños fiémonos de nuestro Padre Dios y en los brazos de María sintamos la seguridad de que con Cristo, escuchando al Espíritu Santo, no tenemos nada que temer… aunque nos molesten.