Quince parejas. Quince parejas de novio en el cursillo prematimonial y todos viven ya juntos (de dos en dos, no los treinta juntos). Cuando uno se enfrenta a ese panorama –desgraciadamente el habitual-, hay que hacerles plantearse, con más o menos gracia, que lo están haciendo mal y que la celebración de su boda no es simplemente un fiestón. Hay que ser capaz de que piensen que el Sacramento del Matrimonio cambia totalmente su relación ya que empiezan a introducir en ella a Dios y, si quieren, empiezan a vivir en Gracia después de muchos años. Al principio se ríen, pero creo que algo les va quedando dentro que se plantean de nuevo las cosas. Lejos de mí que no se casen por la Iglesia o que rompan, pero es bueno que se planteen las cosas desde otra perspectiva y se preparen ben para el Sacramento, problema del chef sería prepararles el paladar para el banquete.

“Una voz grita en el desierto: ‘Preparad el camino del Señor, allanad sus senderos.»» Juan bautizaba en el desierto; predicaba que se convirtieran y se bautizaran, para que se les perdonasen los pecados. Acudía la gente de Judea y de Jerusalén, confesaban sus pecados, y él los bautizaba en el Jordán”. Comenzamos la segunda semana de Adviento, encendemos la segunda vela de nuestra corona y seguimos diciendo que Jesús viene. Jesús viene ¿cómo preparamos su venida? “Esperad y apresurad la venida del Señor, cuando desaparecerán los cielos, consumidos por el fuego, y se derretirán los elementos. Pero nosotros, confiados en la promesa del Señor, esperamos un cielo nuevo y una tierra nueva en que habite la justicia. Por tanto, queridos hermanos, mientras esperáis estos acontecimientos, procurad que Dios os encuentre en paz con él, inmaculados e irreprochables”. Podríamos ser como novios inconscientes. Yo ya estoy preparado, viene la parusía (la fiestuqui) y aquí todo sigue igual que antes. No, no podemos tomarnos la venida del Señor como algo que ya sabemos de qué va, que lo tenemos todo programado, medido y contado. Nos inquieta cómo será por fuera, pero no cómo nos encuentre por dentro. Sería de inconscientes.

“Súbete a un monte elevado, heraldo de Sión; alza fuerte la voz, heraldo de Jerusalén; álzala, no temas, di a las ciudades de Judá: «Aquí está vuestro Dios. Mirad, el Señor Dios llega con poder, y su brazo manda. Mirad, viene con él su salario, y su recompensa lo precede”. ¿Cómo será el cielo? Pues no tengo ni la más remota idea, pero sé que cuanto más sea capaz de amar y entregar mi vida por amor a Dios, más podré disfrutarlo. Y no podemos quedarnos quietos esperando, necesitamos convertirnos cada día más al corazón de Cristo. Y con una vida fiel y entregada, que espera de verdad que el Señor llegue, entonces… Él vendrá detrás y hará maravillas que ni podemos imaginar. Juan Bautista no podía ni intuir lo que Dios estaba haciendo, pero preparó el camino de la redención. No dudes que en tu vida al servicio de Cristo y la Iglesia Dios va detrás, haciendo su tarea, que tu ni sueñas ni te imaginas y que supera con mucho tus planes y proyectos. Déjale hacer a Él siendo fiel.

Mañana celebramos la Inmaculada, miramos a María y ponemos en ella nuestra fidelidad al plan de Dios y los frutos para el Señor.