El evangelio de este día nos invita a reflexionar sobre la sincerad de nuestra respuesta de fe. Los sumos sacerdotes y ancianos preguntan a Jesús sobre el origen de la autoridad de sus palabras, Jesús les contesta con otra pregunta: ¿Con qué autoridad bautizaba Juan? Esta forma de responder con otra pregunta era algo muy común en el mundo judío. De esta manera Jesús les pide que se definan ante Juan, y definiéndose ante Juan lo harán también ante él. Sin embargo, la respuesta de los ancianos y sumos sacerdotes es ambigua, no es sincera, no es clara, porque quieren “quedar bien” con Dios y con los hombres. Esto les lleva a no definirse frente a la pregunta acerca de la autoridad de Juan, responden: no lo sabemos. Pero, ¿es sincera esa respuesta?, ¿no lo saben? o ¿no quieren saberlo? Ellos mismos se cierran a comprender y aceptar la autoridad de Jesús. No es que Jesús no les responda, pues toda la vida de Jesús es una respuesta, es una manifestación y una revelación del Dios Amor, es que ellos mismos, con su actitud, no acogen su autoridad, que es la autoridad del Hijo de Dios.

Podemos aplicar este pasaje a nuestra propia vida, en cierto modo todos podemos actuar en algún momento como los sumos sacerdotes y los ancianos, todos queremos a veces “quedar bien” con Dios y con los hombres. Sabemos que actuar así nos aleja del verdadero Dios y nos deja tibios, mediocres, fríos. Los santos han sido aquellas personas que han permitido que Dios sea la única autoridad en su vida. Hoy la Iglesia recuerda a uno de sus grandes santos, San Juan de la Cruz, que supo abrirse a Dios y acogerlo en su vida. Este santo nos enseñó que en la oscuridad de la fe se puede tener la mayor intimidad con Dios. Nunca llegaremos a abarcar el misterio, pero nosotros mismos somos abrazados por el misterio. Nos enseñó que no necesitamos saberlo todo racionalmente de Dios, que podemos gustarse y amarle también en lo que no comprendemos de Él. Este santo nos dejó una frase preciosa que resume esta idea: “Nunca te quieras satisfacer en lo que entiendes de Dios, sino en lo que no entendieres de él; y nunca pares en amar y deleitarte en eso que entendieres o sintieres de Dios, sino ama y deléitate en lo que no puedes entender ni sentir de él.” 

Señor queremos responderte con sinceridad, tu autoridad viene de lo algo, eres el Hijo de Dios, eres nuestro Salvador, queremos que seas el Dios de nuestra vida. Gracias por la sed que pones en nuestro corazón de conocerte más, porque siempre nos buscas para regalarnos una experiencia más profunda de tu amor.

Ven Señor Jesús, te esperamos.