imageLos cristianos no tenemos animales sagrados que dejamos pasar en una calle, no hacemos recuento de ídolos, fetiches, amuletos, no rendimos culto a la naturaleza, miramos cuanto nos rodea y no vemos encarnación de divinidades, vemos obras maestras del Autor, esa Gioconda que nace de cada pájaro. «Mil gracias derramando pasó por estos sotos con presura, y yéndolos mirando, con sola su figura, prendidos los dejó de su hermosura». Todo lleva una firma propia, aunque exista más diversidad que en toda la producción de Picasso, no hay más que echar un ojo a los insectos.

Cada gato es diferente. Lo dice uno que tiene registrados más de cien gestos diferentes en su gata, el malhumor, la pereza, su mimo locuente, que sólo yo conozco. Mi gata está bendecida, que es como decir que la mano amorosa de Dios va posándose sobre la realidad natural para que nos recuerde lo mucho a lo que aspira.

Por eso, es costumbre tal día como hoy, festividad de San Antonio, bendecir a los animales. No es una gracieta para engordar los reportajes de curiosidades en los informativos de televisión, sino un gesto profundamente cristiano. San Antonio, en medio de una vida austera, veía la sabiduría y el amor de Dios a través del detenimiento y la contemplación de la naturaleza, por eso acostumbraba a bendecir cuanto veía, en esto no se separaba un ápice de aquel texto maravilloso del Antiguo Testamento, «criaturas todas del Señor, bendecid al Señor. Fieras y ganados, bendecid al Señor, ensalzadlo con himnos por los siglos». San Antonio Abad, patrón de ganaderos y protector de animales domésticos, nos recuerda el peso que infiere lo natural en nuestra vida, porque apunta a Dios. Es decir, esa vida ordinaria no milagrera es un puro milagro porque viene de Dios.

Hoy la oración debería ser delante de nuestro perro. Mi gata lleva un enigma absoluto de gratuidad en sus andares, a veces la veo cuando no se da cuenta para no perturbar sus procesos interiores de concentración y me sobrecoge la perfección de sus ojos. Tiene un movimiento peculiar de las orejas para cada necesidad, nunca sabes dónde le nace exactamente el color del pelo, es un degradado perfecto de color. Si tienes la desgracia de no tener mascota, mira por la ventana, que con mirar ya llevas mucho rezado.