Parece que la gripe me tiene cariño este año. Como sube la fiebre y la tos es lo más repetido en la predicación al final he tenido que ir a la Farmacia a por algún medicamento. Cuando vas a la farmacia te hacen unas preguntas como si hubieras estudiado en la facultad de medicina. “¿Qué tipo de tos tiene?” ¿Y yo qué sé? Nunca me ha preocupado el ranking de toses. Pero la farmacéutica se niega a creer que eso nunca te haya preocupado, así que te ayuda con adjetivos incomprensibles: “¿Es tos seca, tos productiva, tos aguda, tos que arranca del pecho, tos ….?”. ¡Y yo qué sé! Es tos. Así que lo mejor es ponerte a toser en la farmacia para que ella juzgue qué tipo de tos tienes y te miren con odio todos los que han ido a comprar chupetes para sus hijos. Un vez tosido la farmacéutica ya se cree que tienes tos y la clasifica dentro de sus criterios. Ahora a tomar unos sobrecitos que acabarán con esa tos que yo simplemente se clasificar como asquerosa.

“En aquel tiempo, dijo Jesús a los judíos: – «Mi Padre sigue actuando, y yo también actúo». Por eso los judíos tenían más ganas de matarlo: porque no sólo quebrantaba el sábado, sino también llamaba a Dios Padre suyo, haciéndose igual a Dios”. Nos acercamos al Santo Triduo Pascual y las lecturas nos van a ir indicando la causa de la condena a Jesús. “Porque, igual que el Padre tiene vida en sí mismo, así ha dado también al Hijo tener vida en sí mismo. Y le ha dado potestad de juzgar, porque es el Hijo del hombre”. A lo largo de la historia se han querido dar mil explicaciones a los motivos de los que condenan a muerte a Jesús, lo podemos clasificar como queramos pero la realidad es que es porque se hace igual a Dios , no hay otro motivo. Y Jesús se hace igual a Dios porque es Dios. Podemos ponerle los adjetivos que queramos y en la historia se ha intentado clasificar la divinidad de Jesús creando todo tipo de herejías, pero al final tienes tos: Jesús es el Hijo Unigénito de Dios encarnado para nuestra salvación.

¿Por qué ha costado tanto admitir la divinidad de Jesús? Porque costaba creer que Dios mismo venía en rescate de sus hijos. Desconfiábamos de la bondad y misericordia de Dios: “¿Puede una madre olvidar al niño que amamanta, no tener compasión del hijo de sus entrañas? Pues, aunque ella se olvidará, yo no te olvidaré”. Es muy distinto escuchar los relatos de la pasión pensando en un “pobrecito Jesús” a darnos cuenta que es el mismo Dios el que se abraza a la cruz por amor a ti y a mi. Entonces se quitan los adjetivos y las clasificaciones para pasar a la admiración, el asombro y el arrepentimiento.

¿Qué tipo de Dios tenemos? A Dios que no se olvida de nosotros, que consuela a su pueblo y compadece de los desamparados y, no sólo contento con eso, visita a su pueblo y se entrega por cada uno de nosotros, para librarnos de nuestros pecados y llevarnos a la Vida.

Esta semana de Cuaresma nos lleva al agradecimiento por las obras de Dios. Que la Virgen nos lleve de su mano hasta el pie de la cruz, con dolor pero con toda reverencia por las maravillas de Dios.