imageLlevo  muchos años preparando a novios para la gran aventura del matrimonio. He de confesar que me enternece profundamente oírles días antes del sacramento. Les suelo sugerir que me cuenten cómo es cada uno, que el novio me haga el retrato robot de su novia y viceversa. La pregunta, formulada a bocajarro, promete una repuesta nada forzada. Me gusta ese preciso instante, porque me acuerdo de las palabras de aquel salmo, «como un joven se casa con su novia, así te desposa el que construyó, la alegría que siente el esposo con la esposa la sentirá tu Dios contigo«. Dios se pone en el papel del novio que va a casarse, de esa alegría maravillosamente precipitada, desinhibida, resuelta, capaz de la locura mayor. Esa es justamente la alegría de la propuesta que hace Dios a cada uno de nosotros.

Pero los novios viven también su instante de estupefacción. Se olvidan de su impotencia, se creen capaces de sobrellevar los hitos de la convivencia y la entrega por sus propios medios, confiando en pedirse perdón antes de dormir y punto. Es la actitud de la suficiencia personal, como Pedro ante el Señor en el Evangelio de hoy, «mira, si nuestras propias fuerzas y nuestra experiencia de pescadores nos dicen que es imposible encontrar peces, es que ni tú vas a pode encontrarlos, así es que no pierdas el tiempo». Y cuando los peces son tantos que hacen tumbar las barcas, el apóstol cae a los pies de su Maestro.

Pedro aprenderá que Cristo no aporta un suplemento de ayuda, como esos nutrientes que algunas personas tienen que tomar para fortalecer sus dietas. El Señor no es el topping de los helados. Es que desde el momento en que se entra en contacto con el Señor, la vida se hace en Él. La construcción de todo edificio vital se hace en el suelo de Cristo, por Él y con Él. Sólo Pedro llegaría a entenderlo durante la Última Cena, «nuestro Señor nos da a comer de sí mismo». Por eso ya no encontró miedos en el mundo, por fin las palabras de la antigua alianza, que tanto habría rezado en el templo, cobraban sentido: «el Señor es mi fuerza y mi energía»