Santos: Tomás, Apóstol; Anatolio, patriarca; Cresto, Dato, Eusebio, Germán, obispos; Dartina, Heliodoro, confesores; Trifón, Eulogio, Jacinto, Marcos, Muciano, Mustiola, Ireneo, mártires; León II, papa.

Es contemporáneo y amigo de san Jerónimo. Como él, natural de Dalmacia.

Acompaña al bíblico doctor en sus correrías por Jerusalén y Belén, viviendo como anacoreta en el desierto de Judea, dedicados al estudio y a la traducción de los textos sagrados.

Enterado de la muerte de su hermano, Heliodoro retorna a Italia donde cuida de su familia e instruye a su pequeño sobrino en la vida cristiana. San Jerónimo le advierte de los peligros del dinero y las riquezas, si acepta la herencia paterna y conculca el voto de pobreza; pero los temores eran infundados: la caridad de Heliodoro es mayor que sus muchos bienes; asegurado el digno sustento de sus familiares lo demás tiene como únicos dueños a los pobres.

La comunidad de Aquileya le elige obispo y Heliodoro resulta un campeón de la verdad y de la interpretación bíblica en contra de tanta herejía, junto a san Ambrosio de Milán o a su entrañable Jerónimo.