Las primeras sensaciones que nos asaltan al leer las palabras del Apóstol, que la Iglesia nos propone para nuestra reflexión este lunes, son cansancio y esperanza. Cansancio porque como deja claro Pablo los escándalos en el seno de la comunidad, las conductas reprobables dentro de las mismas y los silencios cómplices han existido y por desgracia parece que van a seguir existiendo en el seno de nuestra amada Iglesia. Sin embargo, el cristiano que debe caracterizarse por la confianza en Dios no puede permitirse que el cansancio se convierta en desesperanza. Es legítimo sentirse cansado, incluso aburrido del pecado, cuando estos días hemos escuchado y leído tantas noticias dolorosas, negativas… legítimamente hemos sentido pena, cansancio, incluso enfado… pero no es propio del cristiano sucumbir al desaliento, sino levantar la cabeza y mirar con esperanza el futuro, porque no en vano, el poder de las tinieblas no ha podido con la Iglesia en estos dos mil años de historia y el bien prevalece sobre el mal, misteriosamente, tal vez disimuladamente o a veces inadvertidamente, pero con seguridad prevalece, porque igual que «un poco de levadura fermenta la masa», el Amor que la Iglesia reparte por los confines del mundo es mucho más poderoso que la podredumbre que a veces ensucia su rostro.
El Evangelio podemos igualmente leerlo desde esta perspectiva. Seguramente Jesús a lo largo de su intensa predicación se cansó en múltiples ocasiones de la hipocresía y la frialdad de los fariseos que «andaban al acecho», ¿No ocurre así con los medios de comunicación hoy? ¿No están al acecho de las conductas reprobables?… sin embargo, aunque esto es cierto no podemos escudarnos en sus oscuras intenciones, de la misma manera que Jesús en el Evangelio vence a las tinieblas con la luz, la Iglesia en el Siglo XXI solo se sobrepondrá a todas las crisis aportando luz a las tinieblas que no están solo en la sociedad secularizada… sino también en sus propio seno y en sus ministros.
Pidámosle al Señor hoy con fe, que cure a su Iglesia de su «parálisis», que la purifique y la limpie de sus inmundicias, y que nos ayude a responder con esperanza y amor a toda esta tremenda situación de precariedad.
Para comprender el mal que se produce en nuestra iglesia primero tenemos que comprender el que se produce dentro de nosotros mismo…el que esté libre de pecado …que tire la primera piedra…nos dice el Señor….
Estoy de acuerdo en que los errores de algunos no deben desalentarnos a la mayoría de Católicos. Mucha ORACIÓN y mucha Luz (de nuestras buenas obras) para contrarrestar el pecado y a quienes se valen de esas terribles noticias para intentar destruir a la Iglesia.
Hay que Orar a tiempo y destiempo, en todo momento y lugar. Pedir al Padre Dios que nos mande su Santo Espiritu para hacer su Santa voluntad y no la nuestra.
En este mundo actual, secularizado, globalizado, materialista, consumista y hedonista en el que estamos inserto y que ademas reina el demonio. Cuesta ser coherente y congruente, Somos humanos y por ende debiles. Les cuesta a los integrantes del Clero desde Papas, Obispos, Sacerdotes, Religiosos, Diaconos, Laicos consagrados, Fieles y a mi, es decir a Todos. Por ello tenemos y debemos Orar por nuestra Iglesia, que la formamos Todos, para que el Padre Dios sea misericordioso como siempre lo ha sido con su Iglesia, con nosotors, para que hagamos el bien y nos amemos los unos a los otros para asi cumplir el mandato del amor y por ende amarlo a El.