“Para vivir en libertad, Cristo nos ha liberado”. Muchas veces hemos sentido compasión al ver un insignificante pajarito encerrado en una jaula. Ese columpio y ese alpiste, junto con el barrilito de agua, suele ser el “ajuar” inseparable del prisionero volador.

Sin embargo, esos antojos no son otra cosa, sino pequeños grilletes que van “adornando” nuestra vida, hasta que, finalmente, nos impiden volar. Puede ser que alguien nos invite a salir de esa jaula (un buen amigo, un familiar que nos quiere…). Sólo es necesario que transcurran unas horas, o unos días, para que uno vuelva la vista atrás echando de menos las “comodidades” de ese alpiste, y ese barrilito tan majo en el bebíamos sin que nadie nos molestara. Pero, como dice el propio san Pablo, en realidad se trataba de “una libertad para que se aproveche la carne”.

“En cambio, si os guía el Espíritu, no estáis bajo el dominio de la Ley”. La fuerza de Dios, su Gracia, es la garantía de nuestra libertad. Y ya puede alguien venirnos con cualquier monserga (llámese alpiste o riquezas, barreño u honores), que si no lleva el sello de lo divino (entregarnos a los demás por amor, es decir, sin esperar nada a cambio), de poco nos servirá. Este planteamiento que parece tan simple, en realidad no lo es, porque la manera con que nos complicamos la vida (el medir y calibrar las cosas desde la perspectiva de nuestra jaula), nos hace la jugarreta de pensar que actuamos con más libertad cuanto más tenemos, o cuantas más “seguridades” poseamos.

“El que echa mano al arado y sigue mirando atrás no vale para el reino de Dios”. Al “canario”, como pájaro, le guiaba el instinto de conservación que le dejó fuertemente anclado en su pequeña jaula. Nosotros, además del instinto animal, poseemos el olfato de lo divino, gracias al Bautismo. Y estamos creados para volar… y volar muy alto. Esto es la vida interior. María es la criatura más libre de la creación, porque es la llena de gracia… ¿No oyes una voz en tu interior que te dice: “Sígueme”? Dile que sí, y descubrirás que tu vocación es la libertad.