Hoy es 13 de mayo, y la Iglesia hace memoria de la Virgen de Fátima, aquella aparición a los tres pastorcitos en Portugal, aquella advocación a la que tanta devoción tenía San Juan Pablo II después del atentado de 1981, es cierto que no es para menos teniendo en cuenta la trayectoria vital de Papa polaco, seguramente cualquiera de nosotros, en su situación, hubiese tenido la misma devoción. Así Fátima es hoy uno de los centros neurálgicos de nuestra fe.

Entre las cosas que más me interrogan de las apariciones, es que Ntra. Sra. se apareciese a unos pastores, habiendo cientos de curas, varias decenas de obispos y algún Cardenal la Virgen se muestra a unos pastores…igual que en el día de Navidad, los ángeles comunicaron la buena noticia a los pastores. Quien fuera pastor, para poder recibir de Dios sus buenas noticias…

Aún quedando la pregunta en el aire, centrémonos de momento en las lecturas de este miércoles. En los Hechos vemos que la vida de la primera comunidad no es una luna de miel en la que reinan la concordia y al armonía. Más bien, la vida de la primera comunidad es más un rosario de problemas y dificultades, de venturas y desventuras que ponen de manifiesto la naturaleza de la Iglesia: santa, porque Dios mismo la guía, y pecadora, pues los cristianos solemos hacer difícil lo que para Dios es fácil. Hoy concretamente asistimos al primer episodio de conflicto por mantener la identidad cultural judía, mantener la circuncisión, mantener las tradiciones del pueblo hebreo. Pablo que viene de predicar el evangelio a los gentiles se opone a esto porque ha percibido que lo fundamental no son los ritos, ni las tradiciones del pueblo de Israel, sino que lo fundamental se encuentra en el seguimiento de Jesús, en palabras del evangelio de Juan, en seguir unidos a la Vid, es decir, al mismo Cristo.

Jesucristo como la verdadera Vid, ese es el programa del Evangelio de este día. El evangelista Juan se esfuerza por mostrarnos quien es Jesús, y el domingo pasado nos lo presentaba como el Camino, la Verdad y la Vida, hoy como la Vid Verdadera… sin muchas teologías al leer estos textos percibimos que Cristo es el centro de la Vida del creyente, es su hábitat natural, es su referencia permanente, y el verdadero criterio de discernimiento ante lo que la vida nos va proponiendo. La vida nos sale al paso con nuestras seguridades (mantener los ritos judíos para las primeras comunidades), con sus sorpresas (las apariciones en Fátima), con su cotidianidad… y es en esa dimensión tan a mano, donde se juega nuestra fe, y le dejamos espacio, o no a Cristo en nuestras vidas.

No sólo en las grandes decisiones se forja nuestro ser cristiano, sino en el esfuerzo de la mañana, en el cansancio de las tardes, en el  huir de las estaciones donde se juega nuestra fe y nuestra verdadera felicidad, porque efectivamente sin Él no podemos hacer nada, nada que hable de plenitud, nada que hable de verdadera felicidad, nada que hable de cielo… es cierto vivir así despojados a nosotros hoy nos cuesta, tal vez así podamos entender porque Dios se hace presente especialmente a los más pobres, tal vez porque ellos si pueden dejarse sorprender por su amor misericordioso, porque en él solo pueden ganar… Si Señor, quien fuera pastor.