(Nota: se dice que en tiempos de melones, cortos los sermones, esta semana seré más breve).

Ya tengo la casa casi recogida, escribo en un ordenador prestado. Para los que habéis seguido el crecimiento de esta parroquia desde los principios ha llegado el momento de dejarla y empezar junto a otro Sagrario y junto al mismo Señor. Es triste dejar tantos jirones de vida por el empecinamiento de los superiores, pero uno lucha hasta donde puede y luego obedece.

«La planta que no haya plantado mi Padre celestial, será arrancada de raíz. Dejadlos, son ciegos guías de ciegos. Y si un ciego guía a otro ciego, los dos caerán en el hoyo».

Ayúdame Señor a no ser nunca un guía ciego, que me mire a mi, a mis complejos, a mis manías, a mis miedos, en vez de a Ti, pues entonces habré gastado mi vida en balde y, aun peor, habré hecho daño a muchos. Habrá un montón de plantas arrancadas de raíz que sólo esperan el fuego para quedar reducidas a nada. Ojalá dejemos crecer en nosotros las semillas que ha plantado nuestro Padre Dios y no otras. El Santo Patrón de los sacerdotes supo dejar crecer sólo esa planta y sigue dando buen fruto, aunque algunos prefieren frutas amargas.

María, se la luz de nuestros ojos para seguir a Cristo y rezar por los sacerdotes en este día del cura de Ars.