(En tiempos de melones cortos los sermones, esta semana seré más breve)

Este jueves celebramos la Transfiguración del Señor. Una fiesta que pasa muchos años sin pena ni gloria, demasiado ocupados estamos en descansar o en medir la distancia de seguridad con el vecino de la playa.

Descansar es importante, pero hay que aprender a descansar o acabaremos las vacaciones agotados de intentarlo y no conseguirlo.

«Señor, ¡qué bueno es que estemos aquí! Si quieres, haré tres tiendas: una para ti, otra para Moisés y otra para Elías»

Este año le he dado muchas vueltas a esta frase. ¡Qué bueno es estar con Dios! Ese es nuestro descanso. No sólo estando en la Iglesia (que también), sino poder estar con la familia, con los amigos, en el trabajo, en la playa o en la montaña, cuidando a ese enfermo o estando enfermo…, pero con Dios. Habrá que subir al monte, superar el cansancio y el calor, pero Dios no dejará de mostrarse si somos fieles.

La Madre del cielo nos prepara el avituallamiento para la subida si estamos cansados, vale la pena ponerse en marcha.