Sólo un par de días más y comenzará el tiempo de Cuaresma. El carnaval en mi barrio ha pasado –gracias a Dios-, bastante escondido y exceptuando a los niños, a los que desde los colegios les han hecho pintarse la cara y disfrazarse, no se ha notado nada. Curiosamente es muy difícil explicar el carnaval sin la Cuaresma, la Gracia sin el pecado, la virtud sin el vicio. El carnaval era la exaltación de lo carnal para introducirse después en lo espiritual. Si no vas a caminar a lo espiritual ¿para qué disfrazarte de bruja, trasgo, gremlin o perico el de los palotes? Lo principal para querer ser salvado es saber estar necesitado de salvación, como para comer es necesario saber que puedes sentir hambre.

«¿Por qué esta generación reclama un signo? Os aseguro que no se le dará un signo a esta generación.» Jesús no quiere dar un espectáculo, un signo en el cielo, que se quede en algo externo, para demostrar poder. Jesús se convertiría entonces en un mago, en un ser poderoso al que temer hasta que descubriésemos alguien con más poder que él que pudiera derrotarlo. Los milagros de Jesús son signos de credibilidad en su divinidad, y Dios se encarna para salvar al hombre del pecado, no para someterlo por el miedo.

El Señor dijo a Caín: – “¿Por qué te enfureces y andas abatido? Cierto, si obraras bien, estarías animado; pero, si no obras bien, el pecado acecha a la puerta; y, aunque viene por ti, tú puedes dominarlo.” La primera lectura nos pone delante a Caín y las consecuencias del pecado. A Caín le falta la salvación en Cristo, no podría dominar el pecado si elige servirlo, no tiene más arma que la quijada de burro, pero ninguna defensa espiritual si cae en manos del pecado. Y las consecuencias del pecado las vemos, también en nuestra propia vida: enfurecido, abatido, triste, solo …, hoy siguen siendo esas mismas consecuencias en tu vida y en la mía. A pesar de la mala elección de Caín el Señor no le abandona, desde Cristo Dios nunca nos deja.

Llega la Cuaresma. Date cuenta que necesitas de conversión, de volverte a Dios. Estamos necesitados de salvación. Si simplemente esperas que Dios reconozca tus méritos harás un montón de obras buenas…, pero que no te tocan el corazón ni en el fondo cambian tu vida. No pidas a Dios que la gente vea lo bueno que eres, sino que por ti descubran lo bueno que es Dios con nosotros.

No hace falta que nos disfracemos en carnaval. Cada uno de nosotros sabe la burda imagen que ofrecemos de nuestro verdadero rostro que es el de Jesús. Quitémonos la careta del pecado y mostremos el rostro de nuestro Salvador, ese será nuestro camino de Cuaresma. ¡Te necesitamos, Señor!

No queremos más signo que el de María: El Señor ha mirado la humillación de su esclava.