MIÉRCOLES 5 DE MAYO 2021

Unidos a una Persona

En el Evangelio de hoy Jesús nos deja bien claro aquello que para nuestro tiempo nos diría veintiún siglos después Benedicto XVI, que lo suyo no es una ideología ni una doctrina, ni una moral, sino una persona. Sólo unidos a él, la vid, podemos dar fruto, y fruto abundante. Es una llamada a la espiritualidad bien entendida, es decir, a la necesidad de estar unidos a Cristo en la oración, en la contemplación, y también a la Iglesia, fuente de todas sus gracias.

También se atrevió el Papa emérito a entender a la luz de este Evangelio la crisis cultural de los dos últimos siglos en el siglo XX: el fracaso de querer construir en la Ilustración del siglo XVIII una civilización a partir de tres sarmientos del Evangelio (la libertad, la igualdad y la fraternidad), pero sin el Evangelio, tres valores cristianos, pero sin Cristo, sin el alimento de la única sabia capaz de darles vida, sin su gracia, sin su luz, sin Dios. Así ocurrió, que el tercero ni se llegó a proponer, y los dos primeros degeneraron en los dos grandes totalitarismos del siglo XX.

Si Él es la Vid, nos explica a su vez el Papa Francisco, no podemos dar fruto sin estar íntimamente unidos a él y a la Iglesia: Ni el cristiano es un mero altruista, ni la Iglesia una ONg. El amor cristiano sólo nace de la contemplación de Cristo en el seno de la Iglesia:

  • “El verdadero amor siempre es contemplativo (…) El pobre, cuando es amado, es estimado como de alto valor, y esto diferencia la auténtica opción por los pobres de cualquier ideología”. 
  • Y por eso el cristiano no puede ir por libre. Nos dice el Papa que no es cristiano el que cree que “no necesita una comunidad donde confrontarse, donde ser acogido y acompañado, donde ser querido y corregido, donde aprender y celebrar el misterio de Dios en su vida”.