Continuamos con la lectura del libro de los jueces, y hoy nos encontramos con otro personaje impresionante, Rut, una mujer fuerte, de las muchas que nos presenta la Escritura como modelo, como mediadora de la acción de Dios. Hoy el texto nos presenta a Rut, nos cuenta en tres retazo quién es Rut y lo hace en oposición con Ofrá, la otra nuera de Noemí (suegra de ambas), las tres mujeres quedan viudas, las tres mujeres sufren una de las situaciones más penosas que se podían experimentar en la antigüedad, y mientras que Ofrá se aleja y vuelve a su casa Rut le promete fidelidad a Noemí

«No insistas en que te deje y me vuelva. Donde tú vayas, yo iré; donde tu vivas, yo viviré, tu pueblo es el mío, tu Dios es mi Dios».

Hermosa promesa de fidelidad que muchas veces escuchamos al celebrar el sacramento del matrimonio, en la que se expresa una vinculación muy fuerte entre dos personas, Noemí y Rut, los novios… A veces yo mismo rezo esta promesa a Dios mismo, a modo de jaculatoria, algo cambiada, no dejes que me vuelva…

Tengo dudas de si hoy sabemos entender bien que significa la fidelidad, o se convierte en nuestros labios en una promesa vacía, en un suspiro dependiente del interés del momento… cuando se estudia marketing es clave la fidelización de los clientes, pero al decirlo así se queda un sabor metálico entre los labios, se convierte en algo artificial.

Menos mal que el Evangelio viene siempre en nuestro auxilio y viendo hoy a Cristo rezar «Shema», expandiendo sus límites de forma inesperada, queda uno mucho más tranquilo. Jesús proclama su fidelidad a la Ley judía, a la tradición de su Pueblo poniendo en el centro de la Ley el Amor a Dios, y a la vez, al unirlo de forma irrenunciable con el amor al prójimo traspasa las fronteras de aquel primer mandamiento haciendo «nuevas todas las cosas». Sí, así actúa Jesús… que distinto a nuestro actuar y a nuestras rigideces.

Fidelidad a Cristo, es también fidelidad a la Iglesia, que tristeza producen los continuos enfrentamientos de planteamientos dispares que en ninguna de sus expresiones son verdaderamente fieles a lo que Dios quiere a lo que Dios nos dice, sino que manipulan sin vergüenza los textos en su propio beneficio, en defensa de sus posturas, poniendo como escudos sus falsas fidelidades. Que lástima… Cerramos esta reflexión de hoy pidiendo al Señor que nos permita serle verdaderamente fieles, y que nunca falten en nuestra oración las palabras de Rut.