¡¡¡¡Han venido los Reyes!!!!

En un bautizo con muchísimos niños (familiares del bautizando), en el rito de la entrega de la vela, que se toma del cirio pascual, explicaba que esa «velota», como la llaman algunos niños, se enciende el día más importante del año para los cristianos. Preguntando a los presentes qué día era ese, dos niños respondieron: «¡El día de Reyes!». Totalmente de acuerdo. Luego vienen los teólogos y los liturgos y se lo cargan…

Solemnidad de Epifanía, manifestación del Mesías a todas las naciones, representadas por una persona de los tres continentes conocidos: de ahí que fueran estos magos de Oriente dos blancos y uno negro, según la tradición. Su tumba, en una de las catedrales más imponentes del gótico europeo, testimonia a esos tres personajes que acudieron la noche de Navidad a adorar al Enmanuel, al Mesías, acostado en un pesebre, guiados por la estrella.

Escena imponente —bellamente adornada por la tradición milenaria con camellos y pajes, y una comitiva que llena de ilusión a niños y mayores— que encierra el misterio de la adoración debida al Señor: oro, incienso y mirra. Tres presentes que aluden al misterio del Verbo Encarnado, Rey, Señor y Cordero.

ORO. Rey del universo, ya en la imponente Jerusalén celestial, cuyas comparaciones en la tierra serían ceniza aunque estuviera toda la ciudad hecha de oro y diamante. Metal noble destinado a dignificar todo lo que toca, embelleciéndolo y ennobleciéndolo como regalo para los ojos que contemplan. Es la ofrenda que hacemos a Dios de lo más valioso que tenemos: no nos estrañemos de tanto metal precioso dedicado al culto, como fuera en tiempos el templo de Jerusalén. Es el modo de reconocer qué importante es para nosotros el Señor. Pero el oro más importante para Dios es la ofrenda de nuestra vida. Junto al oro de la patena y el cáliz, ponemos encima cada día en la eucaristía el oro más valioso para el Señor: nuestra propia alma.

INCIENSO. Señor del universo, al que llegan todas la peticiones de los fieles, representada por el incienso, que se eleva en su presencia. Llamada a no cesar en la oración de alabanza, de súplica, de acción de gracias y de expiación. Además, el incienso purifica el aire, símbolo de nuestra llamada constante a la conversión.

MIRRA. Cordero de Dios que quita el pecado del mundo. Justo cuando iban a crucificar al Señor, justo antes, como era costumbre entre los romanos, ofrecían vino con mirra, a modo de narcótico que disminuyera en algo el dolor de la crucifixión. Jesús no quiso beberlo (Mc 15,23). De nuevo, aparece la conexión directa entre la Pascua de Navidad y la Pascua de Resurrección: el paso de Dios —eso significa pascua»— está sellado con el sacrificio por amor. Lo fue su encarnación, que le rebajó infinitamente en la condición que merecía; lo fue en su última hora, con el inapelable rigor de la pena romana más cruenta. Toda la vida de Cristo es un vía crucis. Es el paso necesario para llegar a la gloria. Sólo desde la cruz llegamos a la luz. Mirra es la cruz que cada día cogemos para unirla a la cruz de Cristo y hacerla fecunda según la gracia de Dios.

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Termino pidiendo oraciones. Los Reyes me han regalado —y a 8 compañeros— 22 años de sacerdocio. Como anécdota, os cuento que mi familia es muy numerosa y con abundantes niños, con el día de Reyes como «el día más importante del año para los cristianos», sin ningún tipo de duda. Aquél glorioso día, en vez de ir a casa de los abuelos a abrir los regalos, y luego a la de los otros abuelos, se tuvieron que vestir de fiesta para ir… ¡¡ a una Misa en la catedral que duraba casi dos horas !! Todavía resuenan sus llantos y lamentos de aquél día.
Se agradecen mucho las oraciones. Pero en día tan señalado, especialmente.