Siempre me ha parecido muy importante, como una «brújula», la frase «no es el discípulo más que su maestro». Una brújula para ver si soy verdaderamente discípulo de Cristo. Porque muchas veces me quiero situar por encima de Él, en el sentido de que quiero vivir cómodamente, sin grandes preocupaciones, agradando a todo el mundo, etc. Y Él fue perseguido desde el minuto 1, incomprendido porque la gente no entendía por qué el Mesías no venía con un gran ejército a proclamarse rey de Israel, seguido por un pequeño rebaño que además lo seguía por los milagros que había hecho…

«No es el discípulo más que su maestro». Además de las persecuciones, que son siempre un «termómetro» para ver si somos tibios, calientes o fríos, hay un montón de indicadores para controlar cómo estamos ahí. El principal, el amor, la caridad. «Esto os mando: que os améis unos a otros». Su mandamiento nuevo, el mandamiento «suyo», es el mejor indicador. Porque ahí es imposible ser más que Él, ya que nos ha amado hasta el extremo, ha establecido el récord. Para ser semejantes al maestro, ahí está la clave: en crecer en el amor.