Una pregunta que uno puede hacerse ante la explicación de esta parábola del sembrador es: ¿cuál de esas será mi situación?. Hombre, vamos a ver, si estás leyendo los comentarios diarios al evangelio, no ocasionalmente, sino por que buscas una luz en tu vida, está claro que eres alguien que es buena tierra. Si das fruto al 100, al 50 o al 20 mejor que no lo valores tú mismo. Vamos a dejarle eso al Señor, que seguro que sales beneficiado.

En realidad la parábola describe situaciones muy comunes. Gente que oye la palabra y le resbala. Cuántos amigos y compañeros, incluso familiares que han tenido las mismas oportunidades que yo de conocer al Señor y han pasado, directamente. También conocemos personas que han vuelto entusiasmados de un retiro o una peregrinación y a las pocas semanas han perdido todo el fuelle. U otros que se han propuesto seriamente llevar una vida cristiana pero entre las amistades, los ambientes, la presión del trabajo o lo que , han sucumbido. También hay otros que siguen al Señor desde hace mucho tiempo. No se creen gran cosa, a lo mejor tampoco lo son, pero no han abandonado el camino. La palabra ha fructificado en ellos y, como el Señor también explica en otras parábolas, imperceptiblemente, crecen.

Por otro lado las situaciones que describe la parábola también pueden reflejar situaciones por las que pasamos en distintas etapas o momentos de nuestra vida. Hay ocasiones en que soy terreno pedregoso, otras veces mi tierra es de mala calidad o he dejado que crezcan malas hierbas y otras he sido tierra buena.

Lo importante es no olvidar un par de cosas: el sembrador no deja nunca de sembrar y lo sembrado lo natural es que germine.