PRIMERA LECTURA
Si nos amamos unos a otros, Dios permanece en nosotros.
Lectura de la primera carta del apóstol san Juan 1 Jn 4, 7-16
Queridos hermanos, amémonos unos a otros, ya que el amor es de Dios y todo el que ama ha nacido de Dios. Quien no ama no ha conocido a Dios, porque Dios es amor.
En esto se manifestó el amor que Dios nos tiene: en que Dios envío al mundo a su Unigénito, para que vivamos por medio de él.
En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que él nos amó y nos envió a su Hijo como víctima de propiciación por nuestros pecados.
Queridos hermanos, si Dios nos amó de esta manera, también nosotros debemos amarnos unos a otros.
A Dios nadie lo ha visto nunca. Si nos amamos unos a otros, Dios permanece en nosotros y su amor ha llegado en nosotros a su plenitud.
En esto conocemos que permanecemos en él, y él en nosotros en que nos ha dado de su Espíritu. Y nosotros hemos visto y damos testimonio de que el Padre envío a su Hijo para ser Salvador del mundo.
Quien confiese que Jesús es el Hijo de Dios, Dios permanece en él, y él en Dios.
Y Nosotros hemos conocido el amor que Dios nos tiene y hemos creído en él. Dios es amor, y quien permanece en el amor permanece en Dios y Dios en él.
Palabra de Dios.
Sal 33, 2-3. 4-5. 6-7. 8-9. 10-11
R. Bendigo al Señor en todo momento.
Bendigo al Señor en todo momento,
su alabanza está siempre en mi boca;
mi alma se gloría en el Señor:
que los humildes lo escuchen y se alegren. R.
Proclamada conmigo la grandeza del Señor,
ensalcemos juntos su nombre.
Yo consulté al Señor, y me respondió,
me libró de todas mis ansias. R.
Contempladlo, y quedaréis radiantes,
vuestro rostro no se avergonzará.
El afligido invocó al Señor,
él lo escucho y los salvó de sus angustias. R.
El ángel del Señor acampa en torno a quienes lo temen
y los protege.
Gustad y ved qué bueno es el Señor,
dichoso el que se acoge a él. R.
Todos sus santos, temed al Señor,
porque nada les falta a los que lo temen;
los ricos empobrecen y pasan hambre,
los que buscan al Señor no carecen de nada. R.
Aleluya Cf, Jn 8, 12b
R. Aleluya, aleluya, aleluya.
Yo soy la luz del mundo – dice el Señor -;
el que me siga tendrá la luz de la vida. R.
EVANGELIO
Creo que tú eres el Cristo, el Hijo de Dios.
Lectura del santo Evangelio según san Juan 11, 19-27
En aquel tiempo, muchos judíos habían ido a ver a Marta y a María, para darles el pésame por su hermano.
Cuando Marta se enteró de que llegaba Jesús, salió a su encuentro, mientras María se quedaba en casa. Y dijo Marta a Jesús:
«Señor, si hubieras estado aquí no habría muerto mi hermano. Pero aún ahora sé que todo lo que pidas a Dios, Dios te lo concederá».
Jesús le dijo:
«Tu hermano resucitará».
Marta respondió:
«Sé que resucitará en la resurrección en el último día».
Jesús le dice:
«Yo soy la resurrección y la vida: el que cree en mí, aunque haya muerto, vivirá; y el que está vivo y cree en mí, no morirá para siempre. ¿Crees esto?».
Ella le contestó:
«Sí, Señor: yo creo que tú eres el Cristo, el Hijo de Dios, el que tenía que venir al mundo».
Palabra del Señor.
El Evangelio de hoy es muy conocido: la resurrección de Lázaro. Momento portentoso en el que se nos revela la gloria de Jesús pero se hace a través de un encuentro humano
en el que además se expresan sus sentimientos: llora ante su amigo pues Dios se nos revela y se nos entrega no por lo que vivimos sino a través de y en lo que vivimos.
La situación que marca toda la escena es la muerte de Lázaro, sin embargo vemos que sus hermanas, Marta y María, acuden a Jesús para informarle y pedirle que se apresure, que vaya a verlas para que su hermano no muera. Le mandan un recado para que le digan: “Señor, el que tu amas, está enfermo.”
Sin embargo, la respuesta de Jesús no es inmediata y dice: “Esta enfermedad no es para la muerte sino que servirá para la gloria de Dios.”
Reza cada día el Santo Rosario junto a la Virgen María, pide que interceda por la paz en el Mundo. Consuelo para los afligidos. Tu hermano en la fe José Manuel.
Querido hermano:
A todos nos cuesta pensar que la enfermedad y la muerte forman parte de la vida y todavía nos cuesta más abandonar la idea de que Dios tape todos nuestros agujeros.
Por eso muchos dicen que algunos le dan mucho trabajo al Señor porque siempre le están pidiendo.
Creo que es una respuesta lógica y por entero humana, pero debemos conjugar con la oración de petición la conciencia y experiencia de nuestra humana limitación.
Todos somos finitos, todos envejecemos, todos enfermamos, algunos prematuramente, y todos debemos enfrentarnos al momento vital de la muerte.
El Evangelio de hoy nos habla de que Lázaro recuperó la vida, pero solo temporalmente pues volvió a morir.
Reza cada día el Santo Rosario junto a la Virgen María, pide que interceda por la paz en el Mundo. Consuelo para los afligidos. Tu hermano en la fe: José Manuel.
“Yo soy la resurrección y la vida“
Es en lo humano donde Dios se revela y donde, por tanto, nosotros lo podemos encontrar.
Son muchos los sepulcros donde muchos están condenados a vivir y morir sin esperanza, de ahí que debamos vivir desde las bajuras, escuchar y mirar la realidad con ojos comprometidos, ofrecer nuestras manos para empujar, proteger, defender, hacerse cargo, cargar y encargarse de la realidad, pues vivir sin el cuidado de lo humano termina por embrutecernos y nos convierte en cómplices de la explotación, de la depravación y de la violencia.
Por eso, por encima de la teología, el único camino para encontrar al Dios que resucita y da vida es unirse, fundirse y confundirse con todo lo que es debilidad, dolor, sufrimiento y pobreza en esta vida. Tantos y tantos sepulcros en los que muchos deambulan.
Reza cada día el Santo Rosario junto a la Virgen María, pide que interceda por la paz en el Mundo. Consuelo para los afligidos. Tu hermano en la fe José Manuel.
“sé que todo lo que pidas a Dios, Dios te lo concederá».
Y «Sí, Señor: yo creo que tú eres el Cristo, el Hijo de Dios, el que tenía que venir al mundo».
Son palabras de Marta, quien ha disfrutado del Amor de Nuestro Señor Jesús, el Hijo de Dios, el que nos hace hijos de Dios a cuantos somos bautizados y proclamamos el Reino del Amor de Dios comprometido con cada persona necesitada de Amor. El Amor que procede de Dios mueve montañas.
Oremos a Dios, alabemos su Ser. Y amemos con todo el corazón a nuestro prójimo, llevando siempre a Jesús, María y José, como Piedras Vivas de la Iglesia.
«Yo soy la resurrección y la vida: el que cree en mí, aunque haya muerto, vivirá; y el que está vivo y cree en mí, no morirá para siempre.