Hoy en la primera lectura pasamos al profeta Ageo que recibe la profecía de que el pueblo, un año después de volver del destierro, todavía no se decide a reconstruir el Templo, cuando eso era la voluntad del Señor y también su mismo anhelo y alegría cuando salían de Babilonia. En el evangelio, vemos al rey Herodes que ha decapitado a Juan, pero tiene ganas de ver a Jesús.
Contradicciones. Lo bueno y lo malo. Digo una cosa y luego hago otra o viceversa. ¿No es también nuestra vida? En primer lugar, dentro de nosotros mismos. San Pablo mismo -y es el gran san Pablo- dice: «No hago el bien que quiero, sino el mal que aborrezco». Es muy difícil ser 100% coherente, siempre, aunque no por eso hemos de dejar de intentarlo. Pero también en nuestra cultura, lo vemos en nuestros personajes públicos y también a pie de calle: a veces, en una misma frase se afirma una cosa y la contraria. Por ejemplo, se quiere instaurar una cultura de la tolerancia, pero luego hay «tolerancia cero» para lo que algunos determinan.
Es importante aprender a vivir con la contradicción, e incluso en ella. Yo he aprendido que la clave es mirar a la Cruz, allí está todo. No hay mayor contradicción que el Cordero, inocente, que muere por los culpables. El Hijo de Dios que muere como un malhechor y como un maldito. El que ha venido a traer la fraternidad, y muere solo y abandonado.
Como cristianos, debemos ser conscientes de que el cristiano está siempre en tierra extraña, pero el problema es querer negociar con la verdad, y por aceptación social, o por no complicarnos la vida, cedemos y renunciamos al mensaje de salvación.
Creo que no debemos sorprendernos cuando sabemos que muchos siguen crucificando a Cristo y su mensaje, por eso nuestra vida desde el Evangelio debería interrogar a tantos “Herodes” satisfechos y obligarles a preguntarse: “¿Quién es éste de quien oigo semejantes cosas?”
El papa Juan Pablo II decía que tenemos que devolver la nostalgia de Dios a un mundo que le ha dado la espalda. Ojalá tu vida y la mía sea el instrumento para que muchos tengan ganas de ver a Jesús. Revolucionemos nuestro mundo y nuestras familias con Jesús.
Quien rece constantemente mi Rosario, recibirá cualquier gracia que me pida.
Prometo mi especialísima protección y grandes beneficios a los que devotamente recen mi Rosario. Tu hermano en la fe: José Manuel.
Jose Manuel no es “muchos siguen” sino muchos, síguenos, pues todo lo malo que se hace es culpa de todos y todo lo bien beneficia a todos.
Un saludo.