Hace ya bastantes años, cuando estaba en algunos pueblos de la Sierra, inauguramos una ermita en honor de la Virgen en mitad del monte. Acudieron gentes de los pueblos de alrededor, también trayendo a las patronas de sus respectivos pueblos, con lo que nos reunimos una gran cantidad de personas. No era fácil calcular cuántas formas habría que consagrar y. como en la emita no había Sagrario. Al terminar la Misa quedaba un copón con el Santísimo que había que bajar a la parroquia. No permitían subir coches, por lo que ya había hablado con la Guardia Civil para nada más terminar la Misa nos bajasen a la parroquia y luego volver a subir. Así que según dije el “podéis ir en paz” y revestido me subí al coche de los guardias. Cuando empezó a avanzar puso la sirena que sonaba por todo el monte. No había más coches así que le pregunté al brigada por qué ponía la sirena. Y sin inmutarse me contestó: “Escoltamos a la Autoridad.” Por supuesto se refería al Santísimo. Un guardia armado y la autoridad la tenía Dios hecho debilidad en un trozo de pan.

“Voy a enviarte un ángel por delante, para que te cuide en el camino y te lleve al lugar que he preparado. Hazle caso y obedécele”. Celebramos hoy los santos ángeles custodios. Si nos quisiéramos comparar con un ángel tendríamos las de perder como yo ante el guardia. Pero Dios nos ha regalado la redención, nos ha dado el bautismo identificándonos con Cristo y nos hace templos del Espíritu Santo. Y los santos ángeles nos cuidan y protegen como nosotros cuidamos y protegemos nuestros sagrarios. Es cierto que somos pequeños, débiles, mil veces tentados e incluso soberbios. Pero los ángeles nos miran como Dios nos mira.

Por eso Jesús nos dirá que nos hagamos como niños. No quieras ser grande, no desprecies tu pequeñez pues: “Cuidado con despreciar a uno estos pequeños, porque os digo que sus ángeles están viendo siempre en los cielos el rostro de mi Padre celestial”.

Nunca te sientas solo, tu ángel está siempre contigo, trátale. Nunca te sientas fuerte, que el que se crea seguro cuidado o caiga, pero no te sientas indefenso. Tienes un divino escolta que lucha por ti. Nunca te menosprecies, que esa es la mirada del diablo sobre ti. Pídele a tu ángel que te enseñe como él te mira. Ve el templo de Dios y no quisiera estar en otro sitio más que guardando ese palacio. Y si tropiezas y caes deja que su mano te levante, prepara con él tu confesión y que te lleve cuanto antes al médico de las almas. Y ojalá, cuando llegue nuestro último suspiro, a paraíso nos lleven los ángeles.

Mes de octubre, mes del rosario. Nuestro ángel estará feliz viendo que dejamos a la Madre del cielo acompañarlos en esa tarea de cuidarnos, guiarnos y alentarnos. No lo reces con prisa, que tu ángel te contesta cada ave María. ¿Oyes la sirena a tu lado?