Cuentan que el Santo Padre Pío, y enfermo y con poca voz, alguna vez pidió a los hermanos capuchinos que le acompañaban: “Denme el arma”. Los frailes, asustados, pensaban que guardaba una pistola y rebuscaron en su hábito encontrando sólo el rosario. Y el Padre Pío les explicó: “¡Y eso, ¿no es un Arma?!… ¿La verdadera Arma?” El arma de María.

En aquel tiempo, los setenta y dos volvieron con alegría diciendo:

«Señor, hasta los demonios se nos someten en tu nombre».

Jesús les dijo:

«Estaba viendo a Satanás caer del cielo como un rayo. Mirad: os he dado el poder de pisotear serpientes y escorpiones y todo poder del enemigo, y nada os hará daño alguno.

Sin embargo, no estéis alegres porque se os someten los espíritus; estad alegres porque vuestros nombres están inscritos en el cielo».

Hoy es la Virgen del rosario, en este mes del rosario. En todas las convivencias de jóvenes, en los campamentos de niños y cada día en la parroquia rezamos el rosario. El enemigo, como Goliat ante David, puede parecer pertrechado con todo tipo de armas y defensas para hace el mal a sus anchas. Una sola cuenta del rosario, rezada con devoción y cariño, acaba con los más grandes enemigos. Los sabios y entendidos se llenarán de argumentos, los pequeños confiamos en la acción de Dios a través de su Madre…, y cuando una Madre se propone algo nada ni nadie se le pone por delante.

Recuperemos el rosario. Sacerdotes, religiosos y religiosas, Obispos y Cardenales, matrimonios, familias, novios, niños, adolescentes, enfermos y sanos, sabios y analfabetos pueden rezarlo. No pienses que no tienes tiempo. Ahora que los teléfonos te dicen cuánto tiempo al día has usado el móvil cada día de la semana ¿No te vendría mejor un poco menos de celular y algo más de rosario?

El mundo, la Iglesia, las familias están pasando por graves crisis. Podemos comentar, criticar e incluso escribir en redes sociales nuestra indignación con tres millones de “me gusta”. Eso no vale nada, el rezo del rosario sí cambia el mundo. “¿Eso es una estupidez infantil!” -dirá alguno-, perdóname, no estoy escribiendo para los sabios. Tú sigue con tu indignación que yo seguiré con mi rosario.

El rezo del rosario no es cosa de ancianas – ¡que ancianas tan fuertes están ahora sosteniendo la Iglesia! -, sino de todos aquellos, ya sean niños, jóvenes o mayores, que quieren enfrentarse a los espíritus inmundos de esta sociedad y la Madre aplaste su cabeza. Si no quieres cambiar el mundo dedícate a quejarte, si quieres llevar este mundo a Dios ponlo en manos de María.

El rezo del rosario nos lleva a la Eucaristía, pues caminando de la mano de María por la vida de Jesús siempre llegamos al altar, y allí escucharemos: «¡Bienaventurados los ojos que ven lo que vosotros veis! Porque os digo que muchos profetas y reyes quisieron ver lo que vosotros veis, y no lo vieron; y oír lo que vosotros oís, y no lo oyeron».

Ya me estoy pasando de palabras, salgo a rezar el rosario… ¿De verdad tú no tienes tiempo? Y si te acuerdas una de las cincuenta ave Marías por este pobre sacerdote.