Hace bastantes años nos invitaron una familia a comer a mi párroco y a mí. Como estaba en otras cosas se me olvidó y cuando llegué a la parroquia estaba el párroco esperándome…, y yo ya había comido. Decidimos que un par de comidas (eran otras épocas en que mi estómago respondía), no hacían mal a nadie. Al llegar a la casa había cocido madrileño completo, con su sopa, sus garbanzos, su choricito, morcillo, carne, pollo… y encima la dueña de la casa se empeñaba en que repitiera de cada cosa. Al final pudieron conmigo y tuve que confesar mi falta, estaba ahíto.

“María, su madre, estaba desposada con José y, antes de vivir juntos, resultó que ella esperaba un hijo por obra del Espíritu Santo”. Hemos llegado al 18 de diciembre, las lecturas nos van acercando al nacimiento del Salvador, la cuarta semana de Adviento va a quedar reducida a unas horas…, pero parece que ya estamos empachados de Navidad. Regalos, felicitaciones, comidas de Navidad, conciertos, adornos, villancicos. Cuando llegue el 25 vamos a estar empachados, no nos quedará ganas de más fiestas o se nos haya terminado la simpatía para estar con la familia.

Muchas cosas serán inevitables, pero no nos despistemos. Seguimos en Adviento, esperando que vuelva el Señor, el mismo Dios que es “Dios con nosotros” que se encarnó en las entrañas de María. Busca momentos de silencio, de contemplación. Únete a los cristianos de Tierra Santa que tienen una Navidad tan dura u otros países en guerra, a la Navidad de la Iglesia perseguida, de los que no saben si cenarán hoy o mañana, de los que pasen esa noche en el hospital o en el tanatorio o en la cárcel. Allí también es Navidad. Tal vez no la navidad del brindis y los regalos, pero es Navidad.

Dediquemos estos últimos días del Adviento a profundizar como María y José en lo que significa verdaderamente el nacimiento de Jesús. Si lo conseguimos de verdad llegará el 25 y será alimento que no sacia, bebida que no emborracha, alegría con raíces profundas.

Acoge, como José, a María en la casa de tu interior y así tu alma empezará a vislumbrar el Misterio que no harta. No mandes ya a tomar viento al adviento, quedan unos pocos días.