Hace unos meses fui a hacerme unas gafas nuevas -las anteriores estaban muy rayadas-, y cuál no sería mi sorpresa al darme cuenta de que con el ojo izquierdo era incapaz de ver ninguna de las letras de la óptica…, ni la grande esa de arriba. Había perdido el 80% de visión por cataratas… y no me había dado cuenta, el ojo derecho trabajaba por los dos. Hace unos días una pequeña intervención y ya tengo ojo de halcón. A veces creemos que vemos y no vemos nada.

Aconteció que, en cuanto Isabel oyó el saludo de María, saltó la criatura en su vientre. Se llenó Isabel del Espíritu Santo y levantando la voz, exclamó:

«¡Bendita tú entre las mujeres, y bendito el fruto de tu vientre!

¿Quién soy yo para que me visite la madre de mi Señor? Pues en cuanto tu saludo llegó a mis oídos, la criatura saltó de alegría en mi vientre. Bienaventurada la que ha creído, porque lo que te ha dicho el Señor se cumplirá».

Isabel mira iluminada por el Espíritu Santo, y así ve de verdad. Sólo sus ojos hubieran visto a su prima María que venía a verla, seguramente sin saber que estaba embarazada también, y se hubiera puesto a hablar de sí misma y de que el niño ya daba pataditas en su vientre. Pero el Espíritu Santo hace que Isabel no se mire a sí misma y mirando a María descubra a Jesús.

Isabel era testigo de que Dios hace cosas grandes. Tal vez en los años anteriores se habría quejado, habría dudado de Dios por ser estéril, pero ya había descubierto que para Dios nada hay imposible.

Ojalá puedas ir hoy a la Santa Misa, si no el domingo. Pídele al Espíritu Santo que nos de la mirada de Isabel. Que quite las cataratas de nuestros hijos y ante lo que vemos como un trocito de pan descubramos al mismo Dios. Vayamos más allá de la ceguera de nuestros sentidos y démonos cuenta de que Dios lo puede todo y nada tenemos que temer-

“¡Ya, ya! -me dirás-, eso es muy piadoso pero la realidad…”

¿Qué hay más real que Dios? Estamos en invierno (al menos aquí en España), los días son más fríos, las noches son más largas, pero llegará un día en que escucharemos: Mira, el invierno ya ha pasado, las lluvias cesaron, se han ido. Dios trae la Salvación, la auténtica Salvación. Ni los políticos, ni la economía y, sorpréndete, el Dicasterio de Solucionadores: Sólo Dios salva.

Ve a Misa, cuanto más mejor, y ve de la mano de María y ya no verás un trocito de pan.