Hoy, en España, día de la lotería de Navidad, la mañana se convierte en un soniquete de los niños de San Idelfonso cantando los números de la suerte. Los periódicos de mañana (las webs de hoy), podrían ser un “corta y pega” de las de años anteriores. A ver dónde y a quien le ha tocado “el gordo”, botellas de cava, brindis en la calle…, y pasado mañana domingo y se acabó. ¡Cuánta gente soñará esta noche que le tocan unos miles de euros! Y creerán que así se les arregla la vida.

«Proclama mi alma la grandeza del Señor, “se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador; porque ha mirado la humillación de su esclava”.

Santa María lo tiene claro, su lotería es Dios, su salvador. No merezco ese premio, soy menos que nada, como si fuera una esclava, pero Dios se ha fijado en mi. ¿Sabes que Dios también se ha fijado en ti y te ha mirado por tu nombre? No dirás que no tienes autentica suerte.

Desde ahora me felicitarán todas las generaciones, porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí: “su nombre es santo, y su misericordia llega a sus fieles de generación en generación”.

Tu y yo somos de esas generaciones que siguen felicitando cada día a la Virgen. Y la misericordia de Dios se sigue derramando sobre nosotros, día tras día, momento tras momento… ¡menos mal!

Él hace proezas con su brazo: dispersa a los soberbios de corazón, “derriba del trono a los poderosos y enaltece a los humildes, a los hambrientos los colma de bienes y a los ricos los despide vacíos.

Hoy le pido al Señor que nos haga humildes, hambrientos y pobres. Que no me ponga yo en el lugar de Dios, que no me pueda mi soberbia. El mundo se levanta contra Dios ojalá yo me humille a os pies del Sagrario.

Auxilia a Israel, su siervo, acordándose de la misericordia” – como lo había prometido a “nuestros padres” – en favor de Abrahán y su descendencia por siempre».

Acuérdate de tu misericordia Señor. Auxílianos que falta nos hace, no te olvides de nosotros.

María se quedó con Isabel unos tres meses y después volvió a su casa.

Que vuelva contigo a tu casa María. Allí donde estás tu y donde está Dios. A Nazaret, a Belén, a Egipto, al pesebre, a la cruz. Contigo siempre para saber que la respuesta siempre y sólo es Dios.