La mañana de la resurrección todo son carreras. María la Magdalena sale corriendo del sepulcro; Juan y Pedro echan a correr, hacia el sepulcro. Juan corre más que Pedro. Cuando uno tiene algo increíble que contar hay prisa. «Voy a dar un paseíto hasta el cenáculo para avisar que Cristo ha resucitado». Pues no, no es así. Voy a echar una carrera que voy a parecer un loco. «Oh, que dicen que el sepulcro está vacío…¿quedamos luego para ir a verlo?». Tampoco son así las cosas. Ni un rayo recorre tan rápido la distancia entre el cielo y la tierra o entre la tierra y el cielo.
«Lo que hemos oído, lo que hemos visto… os damos testimonio y os anunciamos la vida eterna»
Es urgente. No hay tiempo que perder. El que ha visto y oído corre, pero no como pollo sin cabeza, que no sabe a donde va. Corre y tiene muy claro por qué corre. La vida cristiana no es un camino zen, la vida cristiana es carrera, es aventura, andanza, ajetreo, jaleo, … «lio»
Sí sí… vaya “lío”… menudo cacao mental tenemos…
Uno de los males más extendidos en nuestro tiempo es justamente ese: la falta de tiempo. Aceptamos muchos compromisos, más de los que podemos afrontar con un nivel de calidad mínimo. Vamos corriendo a todas partes, cumplimos, pero cumplimos mal. Hacemos cosas, pero las hacemos a medias o de cualquier manera. Necesitamos desacelerar. Nos lo agradeceremos nosotros mismos… y también los demás.
Podríamos decir que San Juan es “el apóstol del Amor”. Pero es un Amor reposado y teológico. Reposado, porque no tiene prisa una vez que sabe que Jesús ha resucitado para siempre. Teológico, porque está basado más en la voluntad que en la emoción. De hecho, muchos autores lo consideran el primer teólogo.
Creo que nosotros debemos tratar de alcanzar el mismo estado: amar a todos (al prójimo) por convencimiento, después de analizarlo y decidirlo. Este amor perdura; el emotivo, se puede desvanecer en cualquier momento.
Estimado comentarista 2. Edificante tu comentario. Ne ha hecho un gran bien. Igualmente puedo decir de los comentarios de Pío y Juan. También sobre Uno, siento, que no lo haya entendido.
Dios nos ama.