Se abusa de la palabra genocidio. Un genocidio es la eliminación sistemática, programada de una nación o pueblo. La matanza de los inocentes no fue un genocidio (si lo fue el holocausto judío o el genocidio armenio, en que se trató de eliminar de la faz de la tierra a toda una nación, cristiana, por cierto). La matanza de los inocentes fue una masacre. Masacre que tuvo una única razón. La voluntad de un hombre ambicioso y despótico.

El aborto no es un genocidio. Es mucho peor. Es una matanza, una masacre de seres humanos que tiene lugar ante nosotros sin que nos inmutemos. Y la causa también es la voluntad de los hombres.

Que los cristianos defendamos siempre la vida, que no dejemos que se olvide que se está produciendo la masacre de miles de seres humanos, que no dejemos nunca de rezar y de luchar por los niños abortados, por sus madres, … y sus padres, para que la sociedad despierte, se horrorice y decida poner fin al horror. Para que haya leyes más justas. Que no dejemos nunca de ayudar a quién lo necesite para salir de la espiral que lleva al aborto, incluso a costa de nuestra comodidad, nuestros bienes o nuestra integridad física. Que no nos acomodemos, que no nos acobardemos, que no nos desmotivemos.

Que los Santos Inocentes, los de Herodes, y todos los demás, miríadas de abortos, intercedan por nosotros