“No no dejes caer en la tentación”, rezamos cada día en la Eucaristía. La petición que hacemos al rezar el Padre nuestro no es para que no tengamos tentaciones en nuestra vida, sino que imploramos el no sucumbir frente a las tentaciones del día a día. Lo que nos hace daño es caer en la tentación, y no la tentación en sí misma. Esto es lo que aprendemos cada primer domingo de Cuaresma: Jesús experimentó la tentación porque esta misma forma parte de la existencia humana. Cristo asume nuestra humanidad en toda su totalidad, sin evitarse nada. Tuvo la misma experiencia que tú y que yo, excepto en el pecado.

El hecho de tener tentaciones pone de relieve que somos libres, ya que en cada una de ellas podemos ejercer nuestra libertad. Habrá veces que triunfemos en la batalla. Otras, seguiremos perdiendo. Pero lo que está claro es que en la progresión natural de nuestras vidas iremos ganando en la libertad que nos da el sabernos hijos amados de Dios. Tener tentaciones no es malo, forma parte de la lucha por la vida.

La noción de la lucha está inscrita en nuestro corazón desde el principio de los tiempos. Por eso, la imagen del arco en el cielo como signo de la Alianza de Dios con su pueblo es una preciosa declaración de intenciones: Dios nunca será un contrincante en la felicidad y la vida del ser humano. Más bien todo lo contrario, ya que es el que nos alienta en cada una de nuestras luchas y tentaciones.

El arco iris que narra la primera lectura es el signo grande de una alianza antigua. Antiguamente, para hacer una alianza entre dos, se partía un objeto por la mitad y se ofrecía cada parte a los dos que hacían la alianza. Lo que cambia de esta media circunferencia que Dios traza en el suelo es que esta alianza nueva es un pacto de dos (hombre y Dios) firmado por uno (Dios). Del círculo del mal solo se puede salir por el exceso incondicional de Dios.

Iniciar así la Cuaresma nos cambia el panorama: Dios siempre estará en mi equipo y a mi favor y todas las luchas que me sobrevengan las podré vencer en Cristo, que es quien me fortalece.