El amor es fidelidad

Dios habla a Israel recordando aquel momento en que lo liberó de la esclavitud de Egipto. Recuerda como, entonces, lo eligió, a pesar de ser un pueblo pequeño y sometido al Faraón, y quiso establecer con él un pacto para siempre. Ahora Dios, que entonces ganó a Israel con el poder de su brazo y obrando prodigios, quiere ganarse de nuevo el corazón de su pueblo. Se señala que lo volverá a llevar al desierto (en recuerdo del Éxodo). Lo que se intenta es que el pueblo recuerde la intimidad que tuvo con Dios durante cuarenta años. Y, cómo, durante todo ese tiempo, Dios lo fue formando.

Aparece el amor esponsal como imagen del amor que Dios tiene por los hombres. En la Sagrada Escritura se utilizan imágenes que sean fáciles de reconocer entre nosotros. Al mismo tiempo, toda la realidad remite de alguna manera a Dios y es signo de Él. 

El amor matrimonial es una imagen muy especial. Aquí se utiliza para señalar de qué manera Dios ama a Israel. En las características del matrimonio reconocemos al menos dos: la exclusividad y la fidelidad. Conforme avance la revelación comprenderemos que Israel, a pesar del lugar privilegiado que ocupa en la historia de la salvación, es imagen del nuevo pueblo de Dios reunido en la Iglesia. Cristo, como recordará san Pablo y aparece en numerosas imágenes del Nuevo Testamento, es el esposo de la Iglesia.

Lo que se subraya  es la fidelidad. ¿Qué le había sucedido a Israel? Una tentación que tenía con frecuencia, y a la que cedía era la de la idolatría. Los pueblos vecinos a Israel adoraban a divinidades, generalmente vinculadas con la fertilidad. Eran dioses inventados por esos pueblos en su deseo de relacionarse con el Misterio que se les escapaba. No habían tenido la alegría de una revelación. Por lo mismo, aquellas divinidades eran todas invenciones. Israel, por el contrario, había conocido a Dios. La llamada que hace el profeta es abandonar los ídolos para volverse de nuevo a Dios.

Dios anuncia que, de nuevo, va a salir al encuentro de su pueblo. Pero esta vez no lo va a convencer con grandes signos exteriores, sino atrayéndolo interiormente … Dios señala que será llamado “esposo mío”.

Dios nos pide centrarnos cada vez más en su amor. En descubrir que no es Alguien a quien debemos recurrir sólo para que solucione nuestros problemas, sino que espera que le hagamos un sitio en nuestro corazón. 

La Virgen María vivió una historia de amor fiel con Dios. Ella quiere que participemos de ese mismo amor, como su Hijo ama a su Iglesia.