«Hijo mío, si aceptas mis palabras y conservas mis consejos, prestando oído a la sensatez y prestando atención a la prudencia (…) comprenderás el temor del Señor y alcanzarás el conocimiento de Dios». Cuando San Benito, en el siglo VI, sembró de monasterios el occidente de Europa, enterró muy hondas las raíces de la que ha sido nuestra fe durante siglos: oración, oración, oración… «Crux stat dums orbs volvitur”, es decir “La cruz permanece, mientras el mundo da vueltas”.

Aquellos monjes silenciosos que atronaban el cielo con sus plegarias sostenían el trabajo de tantos otros hombres, las luchas de tantos soldados, los desvelos de tantas madres… Eran el alma de Europa, y Europa creía en Jesucristo, luchaban por Jesucristo, amaban y se santificaban por Jesucristo.

En Europa hemos abandonado nuestras raíces, hemos dejado de sustentarnos sobre la oración. No creemos que la causa sea, como muchos dicen, el huracán del materialismo: ni ese huracán ni ningún otro hubiera podido tumbar la casa edificada sobre roca. Suena  tan falso como cuando decimos que la culpa de nuestros pecados la tienen los demás, o la fuerza de las tentaciones del entorno. La única causa del desmoronamiento moral de Europa radica en que los cristianos hemos dejado de rezar; hemos abandonado nuestras raíces; hemos avergonzado a Benito de Nursia, y a su hermana Escolástica.

Y, no nos engañemos, el remedio no tienen que ponerlo, principalmente, aquellos que deciden los destinos del mundo; esa es una forma fácil de liberarnos de una tremenda responsabilidad; Benito de Nursia no era ni tenía nada que ver con los «grandes» políticos de nuestros días.

¿Creeremos de verdad que el remedio a la crisis de valores que vive nuestra cultura está en que hoy no hagamos un rato de oración con fe y cariño… 

¿Qué quiénes somos nosotros para levantar un continente? ¡Otro Cristo, como Francisco de Asís, como Benito! 

Que la Santísima Virgen, cuyos ojos en Fátima y Lourdes se mostraron llorosos por Europa, infunda en sus hijos el verdadero espíritu de

contemplación.