Sábado 27-7-2024, XVI del Tiempo Ordinario (Mt 13,24-30)

«Jesús propuso otra parábola al gentío». Desde hace varios días venimos escuchando algunas de las parábolas más célebres de Jesús. Es lo que se conoce, en el Evangelio según san Mateo, como el “Discurso de las parábolas”. ¿Y qué es una parábola?

«Las parábolas evangélicas son breves narraciones que Jesús utiliza para anunciar los misterios del reino de los cielos. Al utilizar imágenes y situaciones de la vida cotidiana, el Señor “quiere indicarnos el verdadero fundamento de todas las cosas. Nos muestra al Dios que actúa, que entra en nuestras vidas y nos quiere tomar de la mano” (Jesús de Nazaret I, Benedicto XVI-J. Ratzinger, p. 233). Con este tipo de discursos, el divino Maestro invita a reconocer ante todo la primacía de Dios Padre: donde no está él, nada puede ser bueno. Es una prioridad decisiva para todo. Reino de los cielos significa, precisamente, señorío de Dios, y esto quiere decir que su voluntad se debe asumir como el criterio-guía de nuestra existencia» (Benedicto XVI, Ángelus, 17-07-2011).

«El reino de los cielos se parece a un hombre que sembró buena semilla en su campo». ¿Qué significa el “reino de los cielos”? ¿Cuál es ese “campo” y la “semilla” sembrada en él? ¿Quién es el “amo” que siembra y recoge?

«El tema contenido en este Evangelio es precisamente el reino de los cielos. El “cielo” no se debe entender sólo en el sentido de la altura que está encima de nosotros, pues ese espacio infinito posee también la forma de la interioridad del hombre. Jesús compara el reino de los cielos con un campo de trigo para darnos a entender que dentro de nosotros se ha sembrado algo pequeño y escondido, que sin embargo tiene una fuerza vital que no puede suprimirse. A pesar de todos los obstáculos, la semilla se desarrollará y el fruto madurará. Este fruto sólo será bueno si se cultiva el terreno de la vida según la voluntad divina» (Ibid.).

«No la arranquéis, que al recoger la cizaña podéis arrancar también el trigo. Dejadlos crecer juntos hasta la siega». ¿Y qué se refiere Jesús con la “cizaña” y el “enemigo” que la siembra? ¿Qué esconde esta parábola?

«En la parábola del trigo y la cizaña, Jesús nos advierte que, después de la siembra del dueño, “mientras todos dormían”, intervino “su enemigo”, que sembró la cizaña. Esto significa que tenemos que estar preparados para custodiar la gracia recibida desde el día del Bautismo, alimentando la fe en el Señor, que impide que el mal eche raíces. San Agustín, comentando esta parábola, observa que “muchos primero son cizaña y luego se convierten en trigo”. Y añade: “Si estos, cuando son malos, no fueran tolerados con paciencia, no llegarían al laudable cambio”.

» Queridos amigos, el libro de la Sabiduría, del que está tomada la primera lectura de hoy, subraya esta dimensión del Ser divino. Dice: “pues fuera de ti no hay otro Dios que cuide de todo… porque tu fuerza es el principio de la justicia y tu señorío sobre todo te hace ser indulgente con todos” (Sb 12,13.16). Y el Salmo 85 lo confirma: “Tú, Señor, eres bueno y clemente, rico en misericordia con los que te invocan” (Sal 85,5)» (Ibid.).