VIERNES 20 SEPTIEMBRE 2024 (SEMANA 24 TO CICLO B), EL REINO DE DIOS
Lectura del santo evangelio según san Lucas (8,1-3):
En aquel tiempo, Jesús iba caminando de ciudad en ciudad y de pueblo en pueblo, predicando el Evangelio del reino de Dios; lo acompañaban los Doce y algunas mujeres que él había curado de malos espíritus y enfermedades: María la Magdalena, de la que habían salido siete demonios; Juana, mujer de Cusa, intendente de Herodes; Susana y otras muchas que le ayudaban con sus bienes.
EL REINO DE DIOS
Vemos a Jesús “predicando el Reino de Dios”.
Con la llegada del reino de Dios se cumplen las promesas que Dios había hecho a través de los Profetas. Dios viene no solo a traer su justicia y su paz, sino también a vencer el mal y la muerte.
Este es el mensaje central de la predicación de Jesús, que cuando tenía alrededor de treinta años comenzó a predicar diciendo: Se ha cumplido el tiempo y está cerca el reino de Dios. Convertíos y creed en el Evangelio (Mc 1, 15).
Jesús invita a todos a entrar en el Reino de Dios; aun el peor de los pecadores es llamado a convertirse y a aceptar la infinita misericordia del Padre. Utiliza las parábolas como una forma de anunciar el reino de Dios que pertenece, ya aquí en la tierra, a quienes lo acogen con corazón humilde.
Jesús acompaña su palabra con signos y milagros para atestiguar que el reino de Dios está presente en él, el Mesías. Cura a muchos, pero él no ha venido para abolir todos los males de esta tierra, sino, ante todo, para liberarnos de la esclavitud del pecado. La expulsión de los demonios anuncia que su cruz se alzará victoriosa sobre el mal de este mundo.
En Jesucristo y por Jesucristo, el reino de Dios se hace presente entre los hombres; Dios mismo nos hace llegar su presencia, su reconciliación, su perdón y su vida. En verdad, Jesucristo es, él mismo, el reino de Dios. La fe en él es la puerta por la que entramos en este Reino.
¿Qué mundo querrías ayudar a construir? El Reino de Dios es el Reino de la justicia, el amor y la paz verdaderas. Si sigues a Cristo te haces cómplice de su Reino.