Muchas veces cuando alguien tiene dificultades o no le van bien las cosas dice: Dios me ha abandonado. Si Dios es mi paz, mi consuelo y mi alegría, en este momento no puede estar Dios. Miramos al niño Dios, tan tierno en su cunita -seguimos en tiempo de Navidad-, pero no nos preguntamos cómo de San Juan Bautista ¿Qué será de este niño? Sabemos que en unas semanas le veremos triunfar, sí, pero también abandonado, pobre, perseguido, insultado, abofeteado, crucificado…, no es exactamente la definición de una vida fácil.
Viéndolos fatigados de remar, porque tenían viento contrario, a eso de la cuarta vigilia de la madrugada, fue hacia ellos andando sobre el mar, e hizo ademán de pasar de largo.
Muchas veces en la vida tendremos que ir contra corriente, y a veces durante mucho tiempo. La tentación es dejar de remar, dejarse llevar por la corriente. Pero sabemos que si seguimos fieles a nuestra conciencia y a la Iglesia sucederá lo que parece imposible. Andando sobre las aguas estará a nuestro lado Jesús a decirnos: Ánimo, soy yo, no temáis. La constancia lleva a la fidelidad y la fidelidad a Dios.
Nuestra Madre del cielo no teme lo que pasaría cuando se supiese que está en cinta, simplemente dijo Hágase y mantenía la paz.
(Nada más acabar la última palabra de este comentario se me ha bloqueado el ordenador y he perdido todo lo que había escrito, así que he tenido que empezar de nuevo…., siempre contracorriente)