Dice el libro del Eclesiástico: “Toda sabiduría viene del Señor y está con él eternamente”. Esta frase puede enojar profundamente a cualquier soberbio. Es decir, a quien piensa que no hay realmente una verdad objetiva. Estamos hablando del relativismo.

Se trata de una corriente que viene a afirmar que no existe una verdad objetiva, que “todo es relativo”; que existe “tu” verdad, “mi” verdad; que no existe, si seguimos sacando consecuencias, una moral objetiva, porque los diez mandamientos, por ejemplo, en realidad cada uno los vive según él lo entiende y por tanto está bien o está mal lo que a mi me parece que merece este o aquel calificativo. 

La Sabiduría existe. La Verdad objetiva también. El relativismo es malo para el hombre, por eso, domina en los tiempos que vivimos, y nos hace desenvolvernos en medio de la mentira.

Se trata de hacer de altavoz de las enseñanzas de Jesucristo : “del interior del corazón del hombre proceden los malos pensamientos, las fornicaciones, los homicidios, las maledicencias… todo esto, procede del interior del hombre y hace impuro al hombre” … hay cosas que están bien y otras que están mal, al margen de lo que le opine cada uno. 

“Uno solo es sabio, temible en extremo; está sentado en su trono”.  El que es humilde, o simplemente, “el que tiene dos dedos de frente”, se da cuenta de que este “Uno solo” es Dios. 

La Virgen María, desde su humildad, nos enseña la verdadera sabiduría.