16/1/2007, Martes de la 2ª semana de Tiempo Ordinario
Hebreos 6, 10-20; Sal 110, 1-2. 4-5. 9 y 10c ; san Marcos 2, 23-28

Ignoro si fue por haber visto “El jorobado de Notre Dame,” o muchas películas de la edad media, pero hace unos años un señor, al que le estaban dando una paliza, entró en la Iglesia gritando: “¡Derecho de asilo!” “¡Me acojo a sagrado!” No pude evitar que me hiciese gracia cuando me lo contaban. Lo cierto es que se le dio refugio y se calmaron los ánimos de los que querían medirle las costillas a palos. El pobre hombre había ido antes a esconderse a un bar, pero de allí le habían echado para no tener problemas, así que corrió hacia la Iglesia y dijo lo primero que se le pasó por la cabeza.

“Cobremos ánimos y fuerza los que buscamos refugio en Él, asiéndonos a la esperanza que se nos ha ofrecido. La cual es para nosotros como ancla del alma, segura y firme.” Que importante es buscar refugio en el Señor. Cada vez que paso por la capilla de mi parroquia tendría que decirle yo también al Señor: “Me acojo a Sagrado.” Buscar refugio en Dios, agarrarnos bien fuerte a la esperanza que nos ha ofrecido, ,y entonces el alma se siente anclada, segura y firme, en Dios, a pesar del oleaje de la vida.

A veces escucho decir a algunos que les ha “fallado” un sacerdote y que por eso han dejado de ir a Misa y de vivir su vida cristiana. Cuanto más me conozco como sacerdote más cuenta me doy de mi debilidad, de las veces que fallo. Por eso puedo recomendar a estos que les ha fallado un sacerdote que la fe es en Dios, no en los hombres que tantas veces somos pecadores. “Un sábado, atravesaba el Señor un sembrado; mientras andaban, los discípulos iban arrancando espigas. Los fariseos le dijeron: -«Oye, ¿por qué hacen en sábado lo que no está permitido?»” Me gusta pensar que los fariseos se dirigen a Jesús para pedir explicaciones de los actos de sus discípulos. Podrían haber amonestado a Pedro o echar la bronca a Juan. Pero se dirigen al que se veía que se hacía responsable de ellos, a su maestro, a Jesús. Me consuela pensar que si me refugio en el Señor el día que pase de este mundo y esté Satanás, el acusador, con un montón de cosas que tirarme a la cara, no me va a defender un abogado laboralista, ni tan siquiera mi Obispo vendrá a defenderme, será el mismo Jesús, si dejo que él sea mi refugio y mi defensa. Los sacerdotes fallaremos, Dios no y Él es fiel. El único y eterno sacerdote es Cristo, los sacerdotes de la Iglesia tendremos que parecernos más a Cristo, si no seremos una caricatura, pero también tenemos la certeza de que por nuestro medio Dios consagra y perdona. A los sacerdotes nos convocan a cientos de reuniones, parece que todo se arregla con reuniones, pero si rezáramos más y nos reuniésemos menos, la Iglesia cambiaría, sin duda alguna.

“El sábado se hizo para el hombre y no el hombre para el sábado; así que el Hijo del hombre es señor también del sábado.” Toda la creación se hizo para el hombre, para que diésemos gloria a Dios por todo lo que nos ha dado. Si no fuésemos tan pretenciosos que nos creemos los dueños de todo, entonces no dudaríamos en refugiarnos en el Señor, conscientes de nuestra pequeñez y de su grandeza.

No sé si será una herejía decir que Dios buscó refugio en el seno de María, pero lo diré, y acudiré a ella para que de su mano nos lleve a todos a buscar refugio en Dios.