Comentario Pastoral
LA ALEGRÍA DEL ADVIENTO

Se nos presenta él mandato de la alegría: Estad alegres. Os lo repito, alegraos en el Señor. Hablar de la alegría es terriblemente difícil. Es fácil emplear la palabra alegría, es fácil definir una alegría en teoría; es difícil manifestar la profundidad de la alegría. Quizá lo que más impresiona es ver el sentido confiado e infantil que necesitamos los mayores para vivir con alegría en nuestro mundo de responsabilidades y de agobios. . Es verdad que el niño es, en general, el prototipo de la felicidad, el que se contenta y juega con cualquier cosa, el que vive feliz; nosotros, los mayores, nos podemos preguntar: ¿Puede uno ser feliz viendo el entorno que le rodea, esa serie de amenazas que están esperando la oportunidad para matar cualquier esbozo de alegría? El niño es feliz porque se sabe protegido y amado porque vive en presencia de sus padres. Y quizá nosotros, los mayores, tendríamos que pensar si la razón de nuestra alegría no estará ahí, en el sentido de debilidad, en el reconocimiento de que no podemos nada, en esta confesión de que es la presencia de una solicitud paterna la que nos hace vivir con alegría. y quizá por eso rompemos con nuestros padres o con Dios nuestro Padre y renegamos de él cuando vivimos situaciones deprimentes o comprometidas, tristes o dolorosas. Un mundo sin fe, sin horizonte abierto, un mundo sin cielo y sin esperanza es un absurdo. No puede haber alegría: ni alegría material situada en lo económico, ni alegría social situada en lo político ni alegría familiar situada en lo afectivo. Es un mundo cerrado, sin fronteras. Nosotros tenemos la fórmula y el sentido para nuestra alegría porque creemos en un Dios Padre que protege y mima nuestras debilidades y flaquezas, porque es benévolo y compasivo con nuestros llantos, ante nuestras riñas, ante nuestros enfados, porque realmente espera de nosotros esa actitud confiada de levantar nuestros brazos y vivir en el calor de su regazo.

Andrés Pardo


Para orar con la liturgia
«La verdadera alegría se encuentra donde dijo S. Pablo: En el Señor. Las demás cosas, a parte de ser mudables, no nos proporcionan tanto gozo que puedan impedir la tristeza ocasionada por otros avatares en cambio, el temor de Dios la produce indeficiente porque quien teme a Dios como se debe a la vez que teme confía en Él y adquiere la fuente del placer y el manantial de toda la alegría».

S. Juan Crisóstomo, PG27,179


Palabra de Dios:

Sofonías 3, 14-18a

Is 12, 2-3. 4bed. 5-6

Filipenses 4, 4-7

Lucas 3, 10-18

Comprender la Palabra

La figura de Juan Bautista es imprescindible en el Tiempo de Adviento. Adquiere todo su relieve los domingos IIº y IIIº en la Lectura del Evangelio. Su función, más que anunciar su Venida es presentarnos «al que puede más que él”. Sin embargo Juan, como los antiguos Profetas, piensa en una única Venida del Mesías: la Venida definitiva. En este sentido sus expresiones: «El bautizará con Espíritu Santo y fuego» (fuego. que purifica y destruye la maldad); «aventará su parva y reunirá su trigo en el granero» (el Juicio final). «El pueblo -nos dice el Evangelista San Lucas- estaba en expectación», en expectación gozosa por la pronta Aparición del Mesías Expectación gozosa es lo que procuraba suscitar el Profeta Sofonías (siglo 6º antes de Cristo) entre los israelitas del Reino del Norte, Israel, que escaparon de las filas de los deportados a Asiria y se refugiaron en Jerusalén, en el monte Sión, -cabe- el Templo. A ellos exhorta el Profeta diciéndoles: «Regocíjate, Hija de Sión, grita de júbilo, Israel, el Señor en medio de tí, ya no temerás», E insiste el Profeta: «EI Señor tu Dios, en medio de tí… te ama y se alegra con júbilo». Las palabras de Sofonías resuenan en la Salutación del Arcángel San Gabriel en su Anunciación a María: «Alégrate… el Señor está contigo».
También se hace eco del Anuncio del Profeta Sofonías el Autor del himno, recogido en el Libro de Isaías: «Qué grande es en medio de ti el Santo de Israel» (Salmo).
La Presencia de Dios en el Templo de Jerusalén, en medio de su Pueblo, presagia la Presencia definitiva de Dios en el “Templo» de la Humanidad de Jesucristo -«el Templo de su Cuerpo»- (el Misterio de la Encarnación del Hijo de Dios). Y en consecuencia la Presencia de ENMANUEL=DIOS-CON-NOSOTROS en las entrañas de la Virgen Madre, la que es llamada «la Hija de Sión».
También el Apóstol (2ª Lectura) nos exhorta a nosotros a vivir en expectación gozosa ante la Venida Gloriosa, siempre inminente, del Señor: “Estad siempre alegres… el Señor está cerca». Él nos anticipa sacramentalmente su Venida.

Avelino Cayón


el Sínodo Diocesano

Fomentar la oración


En orden a la aplicación de la Const. 47 se decreta:

Art. 29

1. Se ha de prestar una atención especial a las cofradías, hermandades y otras asociaciones en las que, entre sus fines o actividades, se encuentra la celebración de diversos actos de piedad popular, como novenas, procesiones, etc.

2. El consiliario de estas asociaciones, junto con el párroco en cuyo territorio se encuentra la sede de la misma, tienen la obligación de animar y orientar la vida y la actividad de la asociación, tratando de aprovechar al máximo las posibilidades de evangelización que ofrecen tanto en relación con los propios miembros como con otros fieles que se reúnen para participar de sus actividades.

3. La diócesis, a través del consiliario diocesano de cofradías y hermandades, ofrecerá ayuda y colaboración a los consiliarios de estas asociaciones y a los párrocos en cuya parroquia están radicadas para que puedan desarrollar mejor su misión.


Decreto

celebrar mejor


Preparación inmediata para la Navidad

El 17 de diciembre marca el comienzo de la preparación inmediata para la Navidad. A partir de esa fecha la liturgia adquiere una forma peculiar y pretende conducirnos de una manera progresiva, día a día, a la fiesta de Navidad.
La liturgia de una manera insistente expresa su anhelo de que llegue el Señor, de que no tarde, de que ya está a las puertas. “El Señor está cerca, venid, adorémosle». «Sabed que está cerca el reino de Dios; os aseguro que no tardará». «No dejéis de velar; pronto llegará el Señor, nuestro Dios». A medida que se aproxima la fiesta de Navidad, parece como si la Iglesia contara los días. «No temáis, dentro de cinco días vendrá a vosotros el Señor». y en la antevíspera todo está dispuesto para recibir al Señor como en la primera Navidad: «Se ha cumplido ya todo lo que el ángel dijo de la Virgen María». Y la víspera: «hoy sabréis que viene el Señor, y mañana contemplaréis su gloria» o «Mañana quedará borrada la tierra y sobre nosotros reinará el Salvador del mundo».
En esta espera la presencia de María es una presencia discreta, pero su influencia lo invade todo: «El ángel Gabriel fue enviado a María Virgen, desposada con José». «Se ha cumplido ya todo lo que el ángel dijo de la Virgen María». «A María llegó el tiempo de dar a luz y su Hijo primogénito». En la oración de la tarde -las Vísperas- destacan las «antífonas de la O». Cada una de las siete antífonas se dirigen a Cristo, Palabra encarnada, haciendo referencia a un título divino o mesiánico: «Oh Sabiduría», «Oh Adonai», «Oh Renuevo», «Oh Llave», «Oh Sol», «Oh Rey», «Oh Emmanuel». Cada una de las antífonas es una oración a esta Palabra de Dios que ha existido con el Padre y el Espíritu Santo desde toda la eternidad, se ha encarnado ahora y habita entre nosotros. Después de recordar su misericordia en el pasado, la Iglesia le suplica que cure de nuevo, ilumine y salve nuestro mundo.
Las lecturas de la Misa están relacionadas directamente con el misterio de la Navidad. Las ilustran otros nacimientos, como el de Sansón y el de San Juan Evangelista. También cuentan los hechos que rodean al nacimiento de Jesús: María desposada con José, el mensaje del ángel y la visita de María a Isabel. A través de estas lecturas aparece Jesús dentro de la historia humana cuyos personajes centrales son Abrahán, David, Judá, José, Zacarías, Isabel, Juan Bautista y María.


J. L. O.

Para la Semana

Lunes 3:
Viva
¡Oh Adonai!

Jeremías 23,5-8. Suscitaré a David un vástago legítimo. En su día se salvará Judá.

Mateo 1,18-24. La Virgen concebirá y dará a luz un hijo, le pondrá por nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de los pecados.

Martes 3:
Viva
¡Oh Renuevo!

Jueces 13,2-7.24-25a. El ángel anuncia el nacimiento de Sansón.

Lucas 1,5-25. El ángel Gabriel anuncia el nacimiento de Juan Bautista.

Miércoles 3:
Viva
¡Oh Llave!

Isaías 7,10-14. Mirad: la Virgen está encinta.

Lucas 1,26-38. Concebirás en tu vientre y darás a luz un hijo.

Jueves 3:
Viva
iOh Sol!

Cantar 2,8-14. Llega mi amado, saltando sobre los montes.

Lucas 1,39-45. ¿Quién soy yo para que me visite la madre de mi Señor?

Viernes 3:
Viva
¡Oh Rey!

l Samuel 1,24-28. Ana da gracias por el nacimiento de Samuel.

Lucas 1,46-56. El poderoso ha hecho obras grandes por mí.

Sábado 3:
Viva
¡Oh Emmanuel!

Malaquías 3,1-4.23-24. Os enviaré al profeta Elías antes de que llegue el día del Señor.

Lucas 1.57-66. El nacimiento de Juan Bautista.