Gn 21, 5.8-20 Sal 33, 7-13 Mateo 8, 28-34
Que hartura en España con el debate sobre el estado de la nación. Tendrá que ser así, cada año más de lo mismo. Parece que la obligación de todo político es insultar a su oponente. Será por mortificación, pero me gusta oírlo de fondo mientras hago cosas más interesantes. Cada año me llama la atención los temas que desaparecen del campo político, la manera de insultarse suele ser la misma año tras año. Eso que los radicales llaman “conquistas” desaparece del debate de manera asombrosa. Parece que ya son temas superados, incorporaciones normales a la sociedad democrática, avances que ya nadie se cuestiona. Y, las personas que tenemos mala memoria, tendemos a olvidarlos, a darlos por hechos, a tirar la toalla y pensar que ya nada se puede hacer respecto a algunos asuntos. No es así, y habría que despertar las conciencias.
“El niño rompió a llorar. Dios oyó la voz del niño, y el ángel de Dios llamó a Hagar desde el cielo, preguntándole: -«¿Qué te pasa, Hagar? No temas, que Dios ha oído la voz del niño que está ahí. Levántate, toma al niño y tenia bien agarrado de la mano, porque sacaré de él un gran pueblo.»” Dios oyó la voz del niño. Y seguirá oyendo la voz de los miles de niños que no llegan a nacer en nuestro mundo egoísta y materialista. Cada plan que tenía Dios sobre esa criaturas fue frustrado desde antes de su nacimiento. Pero nos hemos acostumbrado al aborto, ¡mientras no vaya a más!. ¿Es que acaso una sola vida no vale, al menos, nuestra indignación? ¿Es que no hay nadie en política que defienda la cultura de la vida? Dios oye a los niños, pero hará oídos sordos a las excusas por nuestra indiferencia. Dios oye la voz de los niños, de los ancianos, de los hambrientos, de los pobres,… y nosotros llenamos el mundo de voces que no llegan hasta Dios. ¿Hace cuanto que no oímos una predicación sobre el aborto en nuestra parroquia? ¿Es acaso un tema pasado, o mientras lees este comentario habrán asesinado a una criatura y muertos unos cuantos de hambre? Pero eso es cosa de los políticos, nos decimos, y nos engañamos.
“En aquel tiempo, llegó Jesús a la otra orilla, a la región de los gerasenos. Desde el cementerio, dos endemoniados salieron a su encuentro; eran tan furiosos que nadie se atrevía a transitar por aquel camino.” Eran furiosos pero Jesús no da un rodeo. Se dirige directamente al peligro. A los cristianos nos llamarán carcas, antidemocráticos, dictadores, o lo primero que se les ocurra. Nos organizarán una manifestación en las puertas de las catedrales, insultarán a los curas y blasfemarán como endemoniados. Pero eso no tiene que asustarnos para mirar hacia otro lado, para no afrontar el peligro y defender a los más pobres, a los indefensos. Para todos la oración, continua e incesante, y para los laicos la trasformación del mundo, el cambiar estas estructuras de pecado en la que nos hemos instalado en occidente, y no era la culpa a otros.
La Virgen acunará en sus brazos a tantos niños de los que Dios oye su llanto. Intentemos, con el esfuerzo de cada uno, que Dios pueda oír la risa de los niños.