Gén 44, 18-21.23b-29. 45, 1-5; Sal 104; Mt 10, 7-15

«No llevéis en la faja oro, plata ni calderilla; ni tampoco alforja para el camino, ni túnica de repuesto, ni sandalias, ni bastón».
– «Bueno… A ver si está todo: una maleta para mi ropa; otra para la tuya; ésta para la ropa de los niños; la marrón para los libros y las revistas; el neceser para las cosas de aseo, y el maletín para las medicinas… Cariño ¿has echado el neobrufén? ¿Y el lexatin? ¡Mira que luego no duermes!… La bolsa negra de cuero para los cargadores: el cargador del teléfono móvil, el cargador del ordenador portátil… ¿dónde está el ordenador portátil? ¿Va junto con las corbatas, en la maleta grande?… Seguimos: el cargador de la maquinilla de afeitar, el cargador del cepillo de dientes… ¡Pero, cariño, si el cepillo de dientes eléctrico no lo hemos echado! ¡O echas el cepillo, o sacas el cargador, que ocupa mucho!… ¿Qué más? ¡Ah, sí!, el cargador de la dentadura postiza… No, esa no consume, es broma. ¿Más bolsas? ¿Cuál falta? ¡Falta la de los zapatos! ¡Cielo, ¿dónde está la bolsa de los zapatos?! Ya la veo, detrás de la comida del perro. ¿Has echado las zapatillas del footing? ¿Y mis alpargatas, las de terciopelo que me regaló tu madre? ¡Para un regalo bueno que me hace, y tú no lo echas! ¡Ah, ya, no cabe! ¡Pues saca otra bolsa, cariño, y así echamos también el cepillo de dientes! ¡No, ahí no! ¡No mezcles el cepillo de dientes con los juguetes de perro, hombre! ¿Y la maleta del perro? ¡Pichurriiiiiiii ¿has visto la maleta del perro?! ¡Mira que vamos a llegar al hotel de madrugada, como no encuentres la maleta del perro!»

«Lo que habéis recibido gratis, dadlo gratis»
– «A ver, cielito, repasemos las cuentas: tu extra más la mía hacen seiscientas. Doscientas del hotel, más sesenta de gasolina hacen doscientas sesenta… Quedan trescientas cuarenta. A tu móvil le hemos cargado diez, y diez al mío, más cinco al de los niños… Veinticinco. Para comer en el camino de ida y en el de vuelta, treinta; para las chuches de los críos, diez; para propinas, cinco; para ir de tiendas por la playa, cincuenta… ¿Está bien cincuenta para ir de tiendas por la playa? ¡Mira que siempre te pasas, cariño! ¿Estará bien esta vez con cincuenta? Se me olvida algo… ¡Ah sí, los peajes! ¿Cuánto cuesta el peaje, mi vida? ¿No eran veinticinco en total, ida y vuelta? ¡Veinticinco! Quedan doscientas treinta y cinco, pero hay que guardar cien para cuando lleguemos, porque hay que comprar los libros de los niños, y cien para la hipoteca y los plazos del coche. Total, que quedan treinta y cinco… ¡Anda, el tabaco! ¡Se me olvida el tabaco, con lo caro que está!… ¡Y los aperitivos! ¡Puffffff, eso hacen… treinta y dos más! Quedan tres… ¿Falta algo, cielo? ¿Los recuerdos para los amigos? ¡Bueno, esos los compramos a la vuelta, en el «todo a cien»!… ¡Niños, coged las cosas, que nos vamos!»

Es broma… Y no es broma. Felices vacaciones, amigos. Que la Santísima Virgen os acompañe en vuestros viajes. Ella no lleva maletas, ni ocupa sitio en el coche. Y, si lleváis el portátil en una de las bolsas… Nosotros aquí seguimos (si Dios quiere).