-Toc, toc.
(Suenan golpes en la puerta. Silencio por respuesta, en la Iglesia no hay por qué llamar).
-Toc, toc, toc, toc.
(Insisten, al final hay que levantarse y abrir la puerta desde dentro, que está bierta)
-¿Qué desea?
-Perdone. ¿Van a hacer aquí una Iglesia?. (Te preguntan mientras miran 35 sillas, un altar, un Sagrario, un Cristo, una imagen de la Virgen y los cuadros de nuestros patronos).
-Bueno, la Iglesia ya está hecha. Ahora sólo hay que poner un templo mayor.
-Ya. ¿Entonces lo que están haciendo detrás es la Iglesia del barrio? (Hay un cartel de tres por dos metros que indica que esas son las obras de la estructura modular de la parroquia). ¿Es un poco pequeña, no?.
-Bueno, la iglesia ya está hecha ahora sólo tiene que ir creciendo. Vamos a poner algo provisional hasta que consigamos los fondos para construir el templo definitivo.
-Ya. ¿Y qué van a hacer en el resto de la parcela?
-Pues la Iglesia grande cuando podamos.
-Ya. ¿Y cuánto tardarán pues ya es hora de que podamos ir a Misa en este barrio? (treinta centímetros delante de sus narices hay un cartel con el horario de las tres Misas diarias).
-Misa ya hay todos los días. El templo provisional se pondrá dentro de unas semanas y para el templo definitivo tardaremos unos años, hasta que juntemos el dinero.
-Ya, entiendo. Pues es una lástima que tengamos que irnos lejos a escuchar Misa…
-Si Misa ya se celebra todos los días. (Insisto señalándole el cartel).
-Ya. Pero habrá que seguir yendo lejos a Misa hasta que se pueda venir aquí. En este barrio no hay de nada y ….
-Pero si ya hay Misa todos los días.
-…y el Vaticano ya podría poner aquí una Iglesia que tiene mucho dinero. Habrá que seguir unos años yendo lejos. Adiós. De todas maneras me parece pequeña, a ver qué ponen en el trozo de parcela que falta. (Se va).

Este diálogo de besugos fue ayer, pero ocurre de vez en cuando. Yo ya dudo que esas personas vayan a Misa (tal vez asistan a una concentración de mariscadores y piensen que eso es la Iglesia), pues no se enteran o no quieren enterarse de nada.

“En aquel tiempo, dijo Jesús a la gente: – «¿A quién se parece esta generación? Se parece a los niños sentados en la plaza, que gritan a otros: «Hemos tocado la flauta, y no habéis bailado; hemos cantado lamentaciones, y no habéis llorado. » Porque vino Juan, que ni comía ni bebía, y dicen: «Tiene un demonio. » Vino el Hijo del hombre, que come y bebe, y dicen: «Ahí tenéis a un comilón y borracho, amigo de publicanos y pecadores.» Pero los hechos dan razón a la sabiduría de Dios.»” Lo digo muchas veces, pero hay quien no quiere enterarse y, aunque le bailes la danza del vientre en medio de la vía pública, siempre encontrará algún motivo para no enterarse, o no quererse enterar. Son personas que lo miran todo desde su criterio, el resto no existe. Sólo escuchan lo que quieren oír y lo juzgan todo desde su opinión. Son capaces de agotar al que es un poco apostólico e intenta enseñarles el camino del Evangelio. No son beligerantes, no atacan directamente a la Iglesia e incluso muestran una especie de interés, pero son incapaces de escuchar una palabra que no sea la suya. Parecen abandonados, como ovejas sin pastor, pero están encantados de pastorearse a sí mismos y ladran al buen Pastor si ven que se acerca.
Tenemos que tenerlo claro. Hay gente que no quiere creer. Se vuelven más papistas que el Papa y escudados en su propia y absurda “ortodoxia” rechazan la verdad. No hay que escandalizarse ni hay que desesperarse. Si no quieren creer, ya creerán o morirán encerrados en sí mismos. Tienen todo lo necesario para volver a la fe auténtica. Una vez que ya han visto que la puerta está abierta no hay que intentar empujarlos dentro, el día que quieran pasarán dentro. Es mucho menos cansado y más gratificante encontrarse con un buen ateo o un gran ignorante, que al menos muestran interés. Pero hay mucho interesado desinteresado que mira la Iglesia como algo completamente ajeno a él, pero quiere que le sirva y se sirve de ella.

Hay gente que no quiere creer. Los encomendamos a nuestra Madre la Virgen en este día de Guadalupe. Ella llama a los corazones, tal vez algún día abran.
Toc,toc.