Comentario Pastoral
LAS REALIDADES ÚLTIMAS

En el mes de noviembre, en pleno clima otoñal, termina el año litúrgico. Hoy
es el domingo penúltimo del tiempo ordinario y los cristianos somos convocados a una meditación sobre el fin del mundo y el cumplimiento de la historia de la salvación. Es bueno pensar serenamente en el final para poder entender mejor los principios, y sobre todo para saber vivir en el presente. Meditar en las realidades últimas es signo de valentía espiritual.
El evangelio de este domingo es uno de los textos más difíciles: el retorno de Cristo al fin del mundo para el juicio universal. Por encima de previsiones catastrofistas o apocalípticas, la enseñanza de Jesús está centrada en la «parusía» o segunda venida del Hijo del hombre. Es un acontecimiento positivo, el último de la historia de la salvación. El Hijo de Dios, con la gloria del Resucitado hará un juicio y reunirá a todos los elegidos. Las imágenes cósmicas del sol, de la luna y de las estrellas subrayan la grandiosidad de esta venida gloriosa. Son, pues, un lenguaje simbólico que manifiesta la transcendencia del hecho y anuncia el punto culminante de la historia universal. La historia final del mundo no es una catástrofe sino una salvación para los elegidos. No podía ser de otra manera, pues ya en el comienzo de la historia humana, la creación fue el gran gesto de amor de Dios.
¿Cuándo será el retorno glorioso de Cristo? ¿Pronto o tarde? El cristiano no debe angustiarse por conocer anticipadamente el futuro ni vivir preocupado bajo concepciones milenaristas. El futuro está en las manos de Dios. Por eso el cristiano no está pendiente de curiosidades imaginarias para adivinar su futuro o el del mundo, sino vive el presente con actitud vigilante, positiva, esperanzada. La parábola de la higuera es una invitación a la vigilancia y a la interpretación de los signos de los tiempos. Cuando las ramas se ponen tiernas y brotan las yemas, se sabe que la primavera está cerca, pero que aún no ha comenzado. La palabra “cerca» es clave; los signos de los tiempos no anuncian el fin del mundo, sino la cercanía del fin para cualquier generación de ayer, de hoy y de mañana.

Andrés Pardo


Para orar con la liturgia
«Cristo, Dios nuestro e Hijo de Dios, la primera venida la hizo sin aparato; pero en la segunda vendrá de manifiesto. Cuando vino callando, no se dio a conocer más que a sus siervos; cuando venga de manifiesto, se mostrará a buenos y malos. Cuando vino de incógnito, vino a ser juzgado; cuando venga de manifiesto, ha de ser para juzgar. Cuando fue reo, guardó silencio, tal como anunció el profeta: «No abrió la boca como cordero llevado al matadero». Pero no ha de callar así cuando venga a juzgar. A decir verdad, ni ahora mismo está callado para quien quiera oírle».

San Agustín, In Ps 49, Serm 18


Palabra de Dios:

Daniel 12, 1-3

Sal 15, 5 y 8. 9-10. 11

Hebreos 10, 11-14. 18

san Marcos 13,24-32

Comprender la Palabra

Escuchamos este Domingo, el penúltimo del ciclo (círculo) del Año Cristiano, en la Lectura del Evangelio, un fragmento del llamado Discurso Escatológico (referente al «escatón», a lo que ha de suceder al final).

El Discurso está enmarcado a) -por la pregunta de los discípulos a Jesús: «Dinos cuándo va a suceder esto -la Destrucción del Templo de Jerusalén, profetizada por el Señor-; y b) -por la respuesta, que Jesús les da, ya al final del Discurso: «En cuanto al día y la hora nadie lo sabe, ni los ángeles ni el Hijo, ,sólo el Padre».

En el Discurso parece sobreponerse dos planos: dos períodos históricos: Hay momentos, en los que parece referirse el Señor al breve período histórico, que termina con la destrucción del Templo y de la ciudad de Jerusalén, más aún, de la nación Judía, por la matanza, deportación, dispersión de judíos, por los ejércitos romanos al mando de Tito, el año 70. Esta catástrofe puso punto final a la persecución de la Iglesia por los dirigentes judíos y fue interpretada como una Venida Gloriosa, triunfante, liberadora, del Señor Jesús.

Pero hay también momentos, indicios, en los que el Señor parece referirse al final definitivo de la Historia Universal: a este mundo, por el que la Iglesia peregrina en medio de persecuciones hasta el momento del encuentro definitivo con el Señor Jesús, que viene Glorioso a liberarnos. El Señor Resucitado, Glorioso, finaliza y da sentido a la Historia.

El Discurso está poblado de imágenes, tomadas del Antiguo Testamento. Tiene el Señor muy en cuenta la Visión, que escuchamos en el Libro de Daniel (1ª Lectura); volveremos a escuchar de este Libro el Próximo Domingo. Escucharemos el anuncio profético: «Vi venir sobre las nubes una especie de hombre»; anuncio, que Jesús se lo aplica a sí mismo, como escuchamos en la Lectura del Evangelio.

El Libro de Daniel, del que escuchamos los años impares, como el Apocalipsis del que escuchamos los años pares al final del ciclo del año cristiano, como también el Discurso Escatológico, recogido por Marcos, Mateo y Lucas, pertenecen al género literario Bíblico llamado Literatura Apocalíptica.. Tiene la función, no de atemorizar, de aterrar, como pudiera parecer, si se entienden algunas expresiones al pie de la letra. La función del Mensaje Apocalíptico (revelador) es consolar animar Las potencias del Mal serán aniquiladas en la Venida Gloriosa de Cristo.


Avelino Cayón


sugerencias litúrgicas

Todo de manera que se favorezca la plena participación


El que con mayor plenitud se reciban los frutos para cuya consecución instituyó Cristo la Eucaristía se podrá conseguir si, mirando la naturaleza y de más circunstancias de cada asamblea litúrgica, toda la celebración se dispone de modo que favorezca la consciente, activa y plena participación de los fieles, es decir, esa participación de cuerpo y alma, ferviente de fe, esperanza y caridad, que es lo que la Iglesia desea, la que reclama su misma naturaleza y a la que tiene derecho y deber, el pueblo cristiano, por fuerza del bautismo.


(Ordenación General del Misal Romano, 18)

Decretos

celebrar mejor


Jornada de la Iglesia Diocesana

En este XXXIII domingo del tiempo ordinario, penúltimo del año litúrgico, se celebra tradicionalmente, el DIA DE LA IGLESIA DIOCESANA. Este día tiene una doble finalidad: 1) Sentir viva y actuante nuestra comunión eclesial diocesana. «La Diócesis constituye una Iglesia particular, en la que verdaderamente está y actúa la única Iglesia de Cristo, que es una, santa, católica y apostólica» (CD 11). Cuando se dice diócesis, parroquia, comunidad, decimos algo nuestro, de todos, mejor dicho, decimos «nosotros», porque nosotros somos la comunidad, la parroquia, la diócesis, que requiere el interés, el quehacer, la colaboración estrecha de cada uno de nosotros, sin excepción, sea sacerdote, religioso o religiosa, seglar, para poder cumplir mejor la misión que Cristo nos ha confiado. 2) Crecer en comunicación cristiana de bienes y servicios que proporcione soporte y ayuda a las necesidades pastorales diocesanas. Todos los bautizados hemos recibido dones materiales y carismas para ponerlos al servicio del bien común.
«Oh Dios, que en cada una de las Iglesias diseminadas por el mundo manifiestas el misterio de la Iglesia universal, una, santa, católica y apostólica, haz que tu familia se una a su pastor y, por el Evangelio y la Eucaristía, se congregue en el Espíritu Santo, para que manifieste dignamente la universalidad de tu pueblo y sea signo e instrumento de la presencia de Cristo en el mundo» (Oración colecta por la Iglesia local).
«Haz que nuestra Iglesia de Madrid, se renueve constantemente a la luz del Evangelio y encuentre siempre nuevos impulsos de vida; consolida los vínculos de unidad entre los laicos y los pastores de tu Iglesia, entre nuestro Obispo y sus presbíteros y diáconos, entre todos los Obispos y el Papa Juan Pablo..,» (Plegaria Eucarística V/d).


J. L. O.

Para la Semana

Lunes 3:
Santa Margarita de Escocia o Santa Isabel de Hungría, virgen.

1 Macabeos 1,10-15,41-43.54-57.62-64. Una cólera terrible se abatió sobre Israel.

Lucas 18,35-43 ¿Qué quieres que haga por tí? Señor, que vea otra vez

Martes 3:
Santa Isabel de Hungría (1207-1231), tras la muerte de su esposo vivió pobremente, dedicándose al cuidado de los enfermos, para lo que fundó un hospital.

Hechos 28,11-16.30-31. Llegamos a Roma

Mateo 14,22-33. Mándame ir hacia ti andando sobre el agua.

Miércoles 3:
La Dedicación de las Basílicas de San Pedro y San Pablo. Se celebra desde el siglo XI.

2 Macabeos 7,1.20-31. El creador del universo os devolverá el aliento y la vida.

Lucas 19.11-44.¿Por qué no pusiste el dinero en el banco?

Jueves 3:


1 Macabeos 2,15-29. Viviremos según la alianza de nuestros padres.

Lucas 19,41-44. ¡Si comprendieras lo que conduce a la paz!

Viernes 3:


1 Macabeos 4,36-37.52-59. Celebraron la consagración del altar, ofreciendo con júbilo holocaustos.

Lucas 19,45-48. Habéis convertido la casa de Dios en una cueva de ladrones.

Sábado 3:
Presentación de la Santísima Virgen, de origen oriental, en occidente desde 1585.

Zacarias 2,14-17. Alégrate, hija de Sión, que yo vengo.

Mateo 12,46-50. Señalando con la mano a los discípulos, dijo: “Estos son mi madre y mis hermanos”