Llevo en el coche un ejemplar de “Las Confesiones” de San Agustín. No es que me dedique a leerlo en los semáforos (aunque no estaría de más), sino que esta tarde debo dárselo a un joven que está buscando la fe. Sin bautizar, por distintos motivos, ha ido viviendo la vida con más desaciertos que aciertos y, ahora, con veinte años, se ha puesto a buscar la trascendencia. Espero que el libro y nuestras oraciones le ayuden. Cuando se conoce a alguien sin fe (no a alguien que no practica o que lo hace todo al revés, sino una persona que realmente no tiene el don de la fe), se da uno cuenta de la cantidad de dudas, incertidumbres, en ocasiones miedos que tienen aquellos que no creen en Dios. Puede parecer que carecer de fe te quita de muchos problemas, lo cierto es que te encadena a vivir ayuno de esperanza, a merced de los vientos que soplan de uno u otro lado. No es nada sencillo vivir así y cuando uno se da cuenta empieza la búsqueda… o se queda hozando en su sinsentido.
“Apenas desembarcó (Jesús), le salió al encuentro, desde el cementerio, donde vivía en los sepulcros, un hombre poseído de espíritu inmundo; ni con cadenas podía ya nadie sujetarlo; muchas veces lo habían sujetado con cepos y cadenas, pero él rompía las cadenas y destrozaba los cepos, y nadie tenla fuerza para domarlo. Se pasaba el día y la noche en los sepulcros y en los montes, gritando e hiriéndose con piedras.” Este endemoniado que tenía dentro a “Legión” (que tanto juego ha dado en las películas de exorcistas), podríamos mirarlo hoy como reflejo del final del camino a la conversión. El hombre puede aferrarse a sus cosas, sus argumentos, sus ideas lejos de Dios, revolverse contra todo lo divino…, pero así solamente se hace daño, aunque no se de cuenta. Sólo el encuentro personal con Cristo salva y cura la integridad de la persona. “Se acercaron a Jesús y vieron al endemoniado que habla tenido la legión, sentado, vestido y en su juicio.”
La fe no es un añadido exterior a la persona, como un plus de algo más. la fe es constitutiva de nuestro propio ser: “Nos hiciste Señor para ti”. La fe no nos desvirtúa ni nos “descoloca” como si los que tienen fe fueran los extraños. cada uno en su sitio, en su lugar, en su ambiente puede vivir de fe: «Vete a casa con los tuyos y anúnciales lo que el Señor ha hecho contigo por su misericordia.»
Muchas veces miramos el seguimiento de Cristo como una pura actitud moral, nos quedamos en ser buenos e intentar hacer cosas buenas. Pero eso también lo pueden hacer (y en ocasiones mejor), los que no tienen fe. Pero las virtudes importantes, fundamentales son la fe, la esperanza y la caridad. Hay personas que se pasan la vida luchando contra sus vicios y pecados y son derrotados una y otra vez, no consiguen más que hacerse daño. Piden al Señor las virtudes de la piedad, de la laboriosidad, de la castidad, de la sinceridad… y se olvidan de pedir el don de la fe. para seguir a Jesús con toda nuestra vida, tenemos que pedirle cada día: “Señor, auméntanos la fe”, y el resto irá viniendo por añadidura. ya no estaremos solos en nuestras batallas ni en nuestras derrotas, no nos apuntaremos el tanto de nuestras victorias pues sabremos que son los méritos de Cristo los que viven en nosotros.
Pidamos hoy a nuestra Madre la Virgen que nos haga verdaderos hombres y mujeres de fe, y que guíe a todos los que buscan hasta los mismos pies de la cruz donde pende nuestro Salvador. Que san Juan Bosco nos acompañe en esta tarea.